¿Cómo os habéis organizado en casa durante este confinamiento?
Ha sido un poco complicado. Ahora mismo por ejemplo dos de mis hijos tenían un examen y tenían que hablar y tener la cámara activada al mismo tiempo. Claro, los profes les dicen “activad la cámara, activad el micro” pero no pueden hablar los dos a la vez. Por otro lado, yo estaba subiendo listados para mi clase y se oía el listado que subía yo… entonces se les oye reírse. En fin, es un poco complicado esto de compartir cuarto. Mi marido sí sale, porque él es autónomo, tiene una empresa y son dos socios nada más.

Todos en casa con múltiples videoconferencias…
Sí, además que dice alguien algo en la casa y todo el mundo se entera, la verdad. Ha pasado varias veces que he entrado yo y estaban videoconferencia mis hijos con algún amigo. Les he dicho cualquier cosa y todos los amigos se echaban a reír.

¿Habéis seguido vinculados a vuestra parroquia de alguna forma?
Sí, sobre todo a través de los medios de audio y vídeo que se han ido mandando. No hemos podido ir en Semana Santa ni nada, así que nos hemos intentado involucrar de la mejor manera posible, a través de YouTube o por otros medios audiovisuales.

¿Con qué parroquias se han ido conectando?
Por un lado hemos estado en contacto con Alberto, el párroco de San Emilio, por WhatsApp y escuchando los audios que él ha mandado con los comentarios del Evangelio de cada semana. Desde ahí nos ha estado mandando mensajes forma personal o como parroquia. Otras veces nos hemos conectado a Virgen de Gracia, también a Torreciudad y a la bendición Urbi et Orbi del Papa.
Los oficios de Semana Santa hemos tratado de seguirlos en Santa Micaela, pero no funcionaba. Luego intentamos conectarnos a la parroquia Virgen de Gracia, pero también se entrecortaba… Hemos hecho lo que hemos podido.

¿Cómo diría que ha sido la vida en familia en casa durante estos meses?
Pues mira, yo casi creo que lo hemos vivido mejor que otros años, más recogidos desde luego. Como estábamos todos aquí nos hemos ido acordando y rezado juntos el rosario todos los días. Yo creo que nos ha venido bien. Hay veces que el mayor tiene algunas clases y se desmarca, pero sí, intentamos juntarnos todos a rezar en la medida en que lo permitan las clases.
¡Los niños dicen, de hecho, que estarían así dos años! Se ve que quizás al no tenerse que mover se han vuelto un poco flojos. Ahora hacen algo de deporte con la desescalada, pero realmente ellos han disfrutado de estar en la casa.

¿Entre ellos?
Lo han disfrutado porque antes llevábamos una vida con tanto trajín… Yo me tenía que levantar a las seis de la mañana, los tenía que llevar al aula matinal y los repartía por la facultad. Íbamos repartiendo niños desde las siete y a las ocho yo tenía que estar de vuelta en Chauchina para trabajar, y Javi también, mi marido. Ahora eso de levantarse un poquito más tarde y ponerse directamente con el ordenador y estar con las clases, quieras que no es un cambio. Ellos dicen que por ellos se quedaban así toda la vida, que están aprendiendo igual y sin moverse de casa.
Aparte de eso, en familia nos hemos reído más, hemos jugado más, con juegos de mesa y también hemos visto series en familia. El mayor se ha dedicado a aprender a tocar la guitarra y no te puedes imaginar lo que ha aprendido en este tiempo.

Se ve que no habéis perdido el tiempo…
No, no. A mí me ha dado tiempo de rezar, de leer, de formarme… Es verdad que ha sido un poco agonía para mí sobre todo porque tenía que tener la comida, porque a las tres a los chicos les pasan lista en clase. Entonces me vienen diciendo “mamá, ¿dónde está la comida que a las tres tenemos clase!”. Sí que se me ha hecho un poco cuesta arriba el hacer la comida y ocuparme de dar las clases que tengo que dar por videoconferencia, pero bueno.

¿Habéis vuelto ya a acudir a la Eucaristía?
Sí, yo la semana pasada fui la primera vez. Me he sentido rarísima. Te sientes como si estuvieses en una película de zombis o algo así.

¿Qué es lo que dirías que más habéis podido echar más de menos durante los primeros meses del confinamiento?
A los abuelos, que aún no los hemos visto. Con tal de no pegarles nada, solamente les hemos llamado.

¿Cómo ven ahora la situación de cara al futuro próximo?
Yo creo que esto no va a ser lo mismo, porque por ejemplo yo salgo con uno de los niños a pasear ¡y es que uno me pega tirones para ir a la otra punta de la calle! A los pequeños los veo con miedo, cosa que a lo mejor los mayores a veces relativizamos, pero los niños chicos parece que tienen más miedo al contacto social. Yo espero que esto no les haga mella a ellos a la hora de querer a la gente o de poder darles un abrazo el día de mañana.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada