Fecha de publicación: 3 de mayo de 2022

La guerra en Ucrania no es la única situación de dolor que existe en el mundo. Como dice el Papa Francisco en su Enciclica ‘Fratelli tutti’, deberíamos tener un corazón más abierto hacia aquellos hermanos que son victimas de la guerra, el hambre, la injusticia… y que buscan una oportunidad de desarrollo en el ‘primer mundo’.

Pero esta vez, quizás porque son europeos o por la incidencia de los medios de comunicación, la situación de Ucrania ha tocado de lleno nuestros corazones.

Muchas personas de buena voluntad, cristianos o no, nos hemos planteado qué podemos hacer : ‘ Tengo una cama pero soy una persona mayor y no sé atender un niño’, ‘ Tengo una habitación pero, cómo me puedo comunicar con ellos…’, ‘¿Qué les gustará comer?… ‘No sabemos por cuanto tiempo’… Pensamos que son cuestiones prácticas que hemos meditado todos.

En esta situación algunos laicos de las Parroquias de S. Juan de Letrán y S. Agustín, hemos expresado nuestras emociones a los sacerdotes.

Tras una lluvia de ideas, inquietudes, pros y contras… y con la colaboración económica de los feligreses, nos pusimos en contacto con el Arzobispado de Granada para conocer la situación y las necesidades reales en nuestra provincia.

Supimos que la Parroquia de Lanjarón ha acogido a 37 personas (mujeres con niños) en unas instalaciones de las Hermanas de la Caridad. Nos pareció que esta era una oportunidad para vivir la fraternidad en un entorno de destrucción y de muerte.

Nos consta que han trabajado duro para poner a punto la residencia, han gestionado la documentación necesaria y se han volcado para atenderlos.

Por su parte, los ucranianos, se han organizado para realizar las tareas de limpieza, comidas…

Aunque la comida no les falta hay otras necesidades como gasóleo para calefacción, gastos de luz, agua… y lo más importante la acogida a estas personas. Estas necesidades no tienen una fecha de caducidad sino que, por el momento, son indefinidas.

Además de colaborar en el sustento de las necesidades económicas, nos propusimos vivir una jornada de convivencia y enseñarles algo de nuestra ciudad.

El programa: visitar la Alhambra, la Catedral, Capilla Real, compartir almuerzo en las Comendadoras de Santiago y rezar juntos por la paz en la Iglesia de San Nicolás.

Hemos experimentado que Dios no se deja ganar en generosidad y lo hace a través de personas e instituciones concretas.

Desde estas líneas queremos agradecer al Patronato de la Alhambra que nos ha facilitado gratuitamente la visita. Nos recibieron la Consejera de Fomento (Marifran Carazo), la Directora del Patronato (Rocío Díaz) y durante la visita nos acompañó una persona que facilitó todo lo necesario (Antonio)

Las Comendadoras de Santiago nos acogieron con un cariño inmenso y tampoco quisieron cobrar los menús de los ucranianos.

El Cabildo de la Catedral y de la Capilla Real abrieron gratuitamente las puertas de los monumentos.

En la Iglesia de San Nicolás, tras un momento de oración personal rezamos el Padre Nuestro y se sentía que realmente somos hermanos y nos confiamos a María Reina de la Paz. También hicimos una oración en ucraniano.
Ha sido un día de convivencia espléndido, sencillo y profundo; cargado de belleza y emociones. Un día de Iglesia Comunión, sin estridencias, sin protagonismos, donde cada uno tenía un cometido ‘vivir por el otro’. Los Pastores con ‘olor a oveja’ como los quiere el Papa Francisco, las Religiosas en donación concreta y alegre. Los laicos poniendo en común nuestro tiempo y aptitudes.

Habíamos preparado un pequeño dossier sobre la ciudad (traducido al ucraniano) donde iban numerados los lugares que íbamos a visitar. Como ninguno sabíamos ucraniano nuestra conversación inicial se reducía a señalar con los dedos el número del lugar dónde estábamos.

Después pasamos a comunicarnos a través de una aplicación del móvil.

Al final llegamos a la comunicación del corazón a través de los abrazos estrechos.

Como dice el título de este artículo nos hemos sumergido un un tsunami de fraternidad y de Iglesia Comunión. Esto es el inicio de un camino que queremos recorrer juntos.

Parroquias de Lanjarón, San Agustín y San Juan de Letrán