En el libro “Un nuevo teólogo: el Sr. Fernand Laudet, escrito a modo de “un panfleto a la vieja usanza” y de manera apasionada, irónica, exabrupta y belicosa, Charles Péguy se enfrenta a algunos contemporáneos suyos —Fernand Laudet, François Le Grix, Salomon Reinach y Gustave Rudler— a los que consideraba representantes del “partido intelectual”, contra el que luchaba desde hacía años y en el que identificaba el ateísmo burgués, el “ateísmo sin esperanza”, que llevaría a una religión “razonable”, la corrupción de la fe y la disolución del pueblo cristiano.

El eje principal de la discusión lo constituyen la figura de Juana de Arco, los contenidos y la modalidad de la auténtica profesión de la fe católica y la naturaleza del pueblo cristiano, aunque el escritor de Orléans también defiende con vehemencia la cultura y las humanidades, subrayando la alta misión de la universidad, a la que ve amenazada por un declive científico y cultural comparable con la barbarie. Además —como observa Javier Prades en su presentación “El cristianismo de los sencillos” que prologa el presente libro—, la obra se hace necesaria para comprender en su conjunto el itinerario de fe de Péguy y el significado de su producción literaria: en primer lugar, porque él mismo la consideraba clave para interpretar sus escritos sobre Juana de Arco; luego, porque en esta polémica el autor se expone y declara sus fuentes para acceder a los misterios que defiende, y, finalmente, porque reivindica explícitamente la continuidad de su vida (“Nunca le gustó que se le considerase como un «converso». Acepta que a lo largo de la vida ha profundizado sus posturas, pero manteniendo siempre el mismo camino”, p. xvi).

Finalmente, en su “pasión por Cristo y su amor por el Pueblo de Dios, por los hombres sencillos y los más pobres” el autor nos hace darnos cuenta del parentesco cristiano entre el santo y el pecador; de la experiencia de gracia de la que cualquier bautizado participa con sencillez, desde su infancia, mediante los gestos que la Iglesia pone a su disposición; de la certeza de que gracias a la iniciativa de Dios siempre se puede empezar de nuevo y que en ese continuo empezar de nuevo consiste la vida de la cristiandad; de la vida cristiana común, con toda su humanidad y sin dejar fuera ningún aspecto de la vida, etc. Y esa mirada fresca y limpia resulta absolutamente imprescindible frente al moralismo y la presunción intelectualista y clerical propios no sólo de los tiempos de Péguy, sino también hoy.

“Este raro genio, por tanto, cree que la humanidad se ha hecho menos dolorosa. Cree que hemos cambiado de corazón. Que se ha perfeccionado el corazón humano. Cree que el padre que ve a su hijo enfermo sufre menos que en el «quince». Que hay menos necesidad de oración y de sacramentos. Cree que el hombre que muere, muere menos que en el «quince» y que el hombre que envejece, envejece menos que en el «quince» y que la humanidad ya no tiene la misma capacidad que en el «quince» de angustia y de lo que ellos llaman neurastenia. […] Cree pues que la ansiedad por el pan cotidiano ha disminuido en el mundo, y que no hay tantos hombres como en el «quince» que tiemblan de hambre, que tiemblan por el pan de su mujer y de sus hijos, y que tiemblan menos, y que cuando pedimos el pan de cada día, y lo pedimos para hoy, lo pedimos con menos corazón que en el «quince»” (p. 126).

El libro Un nuevo teólogo: el Sr. Fernand Laudet, de Charles Péguy, está disponible en https://nuevoinicio.es y en todas las librerías de España.

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