Fecha de publicación: 25 de julio de 2021

Por el Evangelio de San Mateo sabemos que Jesús “vio a dos hermanos, Santiago de Zebedeo y Juan su hermano, que en la barca junto a Zebedeo, su padre, doblaban las redes. Y enseguida, dejando la barca y al padre, lo siguieron”. Este fue el primer gran encuentro de Santiago apóstol con Cristo.

De carácter impetuoso, él y su hermano fueron llamados por Jesús mismo con el apelativo de “hijo del trueno”. Algo que debía de venirles de familia, pues todos recordamos ese otro pasaje en el que su madre se acerca al Mesías y, postrándose ante él, le pide: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.

También recordamos ese pasaje en el que el celo por Cristo era desbordado. Así lo recuerda la Escritura cuando Jesús no fue recibido en Samaría. “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?” (Lc 9,54), dijeron los hermanos.

Santiago fue testigo de la gloria de Jesús durante del evento de la Transfiguración, así como de su mayor agonía en el huerto de los olivos de Getsemaní. También se le ve en espera orante cuando Jesús les manda el Espíritu Santo en Pentecostés. A partir de ahí, Santiago cruzó el mar Mediterráneo para llevar a cabo su misión en la península hispano-romana.

Algunas crónicas afirman que en su viaje atravesó el sur de España por las columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar), pasando por tierras portuguesas hasta Galicia. Otros lo sitúan pasando por el valle del Ebro hasta La Coruña, atravesando la cordillera cantábrica. Sea como sea, Santiago atravesó la península ibérica y en la ciudad de Zaragoza, mientras dedica un tiempo a orar en su vuelta hacia el Mediterráneo después de varias persecuciones, se le apareció nuestra Señora “en carne mortal”, antes de su Asunción, pidiéndole que construya una iglesia en su nombre, dejando un pilar de jaspe como prueba de su visita, en lo que hoy es la advocación de Nuestra Señora del Pilar.

Santiago regresa entonces hacia Jerusalén y, allí, es capturado, torturado y ejecutado por el rey Herodes Agripa. Su muerte la narran los Hechos de los Apóstoles: “En aquel tiempo el rey Herodes comenzó a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Mando a asesinar con la espada a Santiago, hermano de Juan” (Hch 12:2).

Ante la negativa del emperador de poder sepultar a Santiago, según la leyenda Aurea del fraile dominico Jacobo de Varagine otros hermanos cristianos deciden huir con su cuerpo de nuevo a tierras hispanas, en las que el apóstol había predicado su testimonio de fe.

En el 831 se cuenta que fue descubierto un sepulcro con la escrita: “Aquí yace Jacobus, hijo de Zebedeo y de Salome”. El lugar fue denominado campus stellae (“campo de la estrella”), nombre del cual derivará después el de la ciudad de Santiago de Compostela. En 1075 se inicia la construcción de la Basílica dedicada al apóstol, que es desde hace siglos lugar de peregrinación para alcanzar la indulgencia y perdón de sus pecados.