Fecha de publicación: 2 de mayo de 2022

Héspero y su esposa Zoé eran esclavos de un hombre muy rico, llamado Cátalo. Vivían en Atalía, ciudad de Panfilia, en el Asia Menor (que en la actualidad es al ciudad turca de Antalya), en la época del emperador Adriano. Ambos habían nacido cristianos y, aunque habían abandonado la práctica religiosa, educaron en la fe a sus dos hijos, Ciríaco y Teódulo.

El ejemplo de sus hijos los hizo salir de su indiferencia y se rehusaron a aceptar el pan ofrecido a los dioses, que su amo les había enviado con motivo del cumpleaños de su hijo. Por ello, fueron arrestados junto con Ciríaco y Teódulo. Los cuatro confesaron valientemente a Cristo ante el juez. Ciríaco y Teódulo fueron torturados en presencia de sus padres.

Los cuatro murieron en un horno ardiente. Justiniano construyó en Constantinopla una iglesia en honor de santa Zoé, probablemente destinada a guardar sus reliquias. Pero, una parte de los restos de los cuatro mártires, fueron trasladados a Clermont, donde se veneran todavía.