Fecha de publicación: 17 de diciembre de 2021

Sabemos acerca de la vida de esta santa del s. XIII gracias a los escritos del fraile Hermann de Veldenz. Hija de una familia de la aristrocracia de entonces, nunca quiso aceptar el rango social al que pertenecía por nacimiento o por herencia.

A raíz de que hizo un viaje a Luxemburgo, le entraron ganas de entrar en un monasterio regentado por las monjas dominicas. Allí logró entrar contrariando las ilusiones matrimoniales que su madre había puesto en ella para su futuro.

Todo el afán de su madre era sacarla o arrancarla de la iglesia para que viviera las fiestas mundanas que, aunque estén bien, no le llenaban sus anhelos de perfección. Un día se cansó de su madre y se escapó de casa para encerrarse en una cueva para que nadie la viera. Estando sola, pensó cómo se encontraría su madre y su mundo social de relaciones humanas.

La madre, que estuvo a la búsqueda de su hija, al encontrarla, le rogó que volviese a casa, aunque mantuviera su decisión de hacerse monja. Su madre, al darse cuenta de la voluntad de su hija, aceptó que se fuera al monasterio de Marienthal.

En 1258 fue elegida priora, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte, 25 años más tarde, en 1283. Es de destacar que su propia madre, Margarita, ingresó en el monasterio tras las muerte de su marido en 1252 en el curso de la Séptima Cruzada.

De los restos de Yolanda solo hay un cráneo que se dice que es de ella. Se conserva y expone en la Iglesia de los Trinitarios de Vianden, aunque el monasterio se cerró en el siglo XVIII, por lo que no se pueden buscar allí más restos de ella.