Fecha de publicación: 14 de noviembre de 2021

La mayoría de las tradiciones son recogidas por vía oral, generando en el trascurso del tiempo diferentes criterios. Los trabajos, realizados por buenos escritores, son meritorios. Expresaré y pincelaré una breve exposición, con ánimo de unificar criterios.

Cita del Padre Sarmiento en su glosario Voces de la Lengua Gallega: “En un lugar de San Martiño, cerca de Poio, hubo un convento antiquísimo de monjas; quedan vestigios de que hubo una capilla dedicada a dicho santo. En donde se supone vivió como abadesa o monja santa Trahamunda”.

En el siglo XI hubo uno de los ataques de piratas moros. Aniquilaban a los habitantes al paso, llenándose el cielo de gritos de terror, retronaba la tierra. Estaban en sus rezos las monjas; se llenaron de espanto. Santa Trahamunda, fortalecida por su fe, se enfrentó Hassan-ben-Melik, jefe moro que había saqueado Poio, Combarro, apoderándose de un fabuloso botín y numerosos esclavos. La santa le espetó:

“Señor, en nombre de Dios Único a quien adoro y sirvo, detén tus tropas y no pises estos umbrales, a no ser que vengas en son de paz y a llorar tus culpas”.

Irritó esta contestación al moro. Mandó dar muerte a la muchedumbre que se habían interpuesto entre las religiosas, y la llevó cautiva. Hassan-ben-Melik llegó a Córdoba y muestra su botín al califa Abd-el-Rhajman. Éste se embelesó con su hermosura, de su juvenil pureza. Intentó con halagos convertirla al Islam, que abandonase su fe. Ella, férrea en sus creencias, no asintió. No consiguiendo sus propósitos con amenazas decretó: “Que todo el alcázar fuese su cárcel, que nadie se acercase a ella, excepto los sirvientes designados”.

Volvió el califa a insistir en sus pretensiones; siendo rechazado, la encerró en una lúgubre mazmorra. Pasó meses, años, orando, suspirando por su “San Martiño”, por los tañidos de las campanas de San Juan .

En un anochecer del 23 de junio, víspera de San Juan, impaciente rogó al Señor: “Cuanto deseo estar mañana en San Juan de Poio, para celebrar esta fiesta en oración contigo y venerar al Bendito Bautista”. La penumbra de la mazmorra se iluminó y una voz angelical le susurró que se cumpliría su deseo.

Tomó una rama de palmera y los ángeles las trasportaron hasta el atrio de San Juan de Poio. Plantó la rama de la palmera, a veinte pasos ante la iglesia; floreció y estuvo fresca y verde hasta el año 1578. Trastornada por el milagro descansó en el crucero: Los romeros, al amanecer, la encontraron dormida, llena de aroma y encanto. Despertó y al cruzar los umbrales apoyó su frente en el frio de las losas, sepultura de santidad. Los romeros le preguntaban, con timidez, con ternura: “Soy Trahamunda la monja de San Martín que hace once años cayó en poder del moro. Ayer me encontraba en Córdoba, y ahora escucho las vísperas en San Juan de Poio”.

Regresó a su convento, muriendo a los pocos días. Su cuerpo fue enterrado en una sepultura de piedra, que se conserva en el Monasterio de Poio. Es considerada como patrona de la Morriña Gallega, de los emigrantes. Don Ramón Cabanillas la propuso como patrona de la aviación. No llegó, ni su convento estuvo en la Isla de Tambo. La palmera es su testimonio de que estuvo en Córdoba.