Fecha de publicación: 21 de septiembre de 2020

Santa Maura de Troyes nació en Champagne (Francia) en el año 827 d.c. en el seno de una familia acomodada. Destacada en el don de la piedad Dios le concedió la conversión de su padre que llevaba una vida mundana y desordenada. Maura, caracterizada por su fervor, humildad y paciencia desde joven fue durante su vida instrumento de santificación de su familia, llegando a ser su hermano, Eutropio, obispo de Troyes.

La santa practicó la obediencia durante toda su vida en el cuidado de su madre y también a través de su trabajo que estaba dedicado a servir a los necesitados y la Iglesia. Asiduamente dedicaba sus mañanas en la iglesia a actos de adoración a Dios, de oración al divino Redentor y de meditación en su Pasión y su muerte.

También ayunaba varios días a la semana o hacía otras penitencias como peregrinar descalza al monasterio o abadía cisterciense de Montenay, para confesarse con el santo abad del lugar.

El Señor realizó curaciones a través de Santa Maura especialmente de la vista y era muy devota de san Pedro, san Pablo, san Gervasio y san Protasio.

En el año 850, en los últimos momentos de su vida, se dice que murmuró el Padre Nuestro y murió al pronunciar las palabras: “Venga a nosotros tu reino”, cuando acababa de cumplir veintitrés años.

Aunque por su antigüedad no se conoce la fecha exacta de su canonización si se conoce que tuvo lugar antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Papa.