Fecha de publicación: 12 de marzo de 2021

Nació en el año 895, siendo hija de un célebre capitán sajón que había luchado contra Carlomagno. Fue educada por su abuela paterna que era la abadesa del convento de Erfut. Se cuenta que era una chica piadosa, inteligente y bella.

Se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban “el cazador”. El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una influencia positiva. Tras la muerte del rey Conrado en el año 919, ambos se convirtieron en reyes. El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos.

Con su corte, Santa Matilde parecía más una madre amorosa que una reina y señora. El matrimonio se entendía bien. Enrique murió de una apoplejía en el año 936. Cuando supo de la noticia, la reina se quitó sus joyas y distinciones e hizo voto frente al altar de dejar a un lado las pompas del mundo.

Hubo varias disputas al trono entre sus cinco hijos. La reina viuda vivió una vida de sacrificio y de entrega a los pobres, hasta el punto que el emperador Otto, uno de sus hijos, la acusó de esconder el tesoro real y malgastar las fortunas reales. Sus hijos se aliaron contra ella y ella decía con humor. “Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos”.

Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Mucho achacaron los desastres que vinieron entonces sobre el reino al trato que los hijos habían tenido con su madre. La esposa del emperador Otto intercedió por ella y Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia.

Emprendió la construcción de un convento y varias otras fundaciones. En un momento dado, Santa Matilde ya no asistió a las reuniones familiares y se retiraba a orar en alguno de los monasterios que había fundado. Murió de unas fiebres y fue sepultada junto a su esposo, en Quedlinburg.