Fecha de publicación: 10 de febrero de 2021

Nació en 1892 y estudió de pequeño con los padres paúles. Con diecisiete años sintió la llamada religiosa del Señor y entró en el seminario de Chihuahua. Era un chico de carácter bondadoso, aplicado al estudio.

Pudo ordenarse en 1918. En sus primeros destinos de sacerdote le tocó afrontar una fuerte epidemia, atendiendo espiritual y materialmente a las víctimas. Animaba a que sus feligreses hiciesen obras de teatro y cantos. También organizaba adoraciones nocturnas, catequesis de niños y oraciones marianas.

Llegaron los tiempos de persecución religiosa en Méjico, la Guerra Cristera, y Maldonado siguió ejerciendo su ministerio pese a los innumerables peligros. Fue en 1931 cuando esta persecución se recrudeció y los cultos en Chihuahua fueron prohibidos por el gobierno. En el 34 fue detenido y exiliado de su región, aunque logró escaparse y volver a su parroquia.

Después de confesar en el miércoles de ceniza del 37, fue capturado por un grupo de hombres armados y en estado de ebriedad. Lo obligaron a caminar descalzo delante de los caballos hasta Santa Isabel, donde lo metieron en la Presidencia Municipal. Fue llevado al cacique de la región y allí le rompieron el cráneo a culatazos, dejándolo en estado de inconsciencia.

La policía secreta del gobierno se limitó a recogerlo y llevarlo al hospital de Chihuahua, lugar en el que expiró su último aliento de vida. Fue declarado beato en el 92 y santo en el año 2000, por el mismo San Juan Pablo II. Sus reliquias yacen actualmente en la Catedral de Chihuahua.