Fecha de publicación: 16 de junio de 2021

San Juan Francisco Regis nació en 1597 de familia acaudalada en Narbona, Francia y a los 19 años empiezó a no sentirse a gusto en la vida mundana. Cerca de su ciudad había una abadía de monjes que lo estimaban, pero a él le atraía más la Compañía de Jesús, porque los Jesuitas se dedicaban más al apostolado entre el pueblo. Pidió ser admitido entre los jesuitas.

A los 33 años fue ordenado de sacerdote y al año siguiente lo destinaron a un trabajo que estaba muy de acuerdo con sus aspiraciones y con su fuerte constitución física: dedicarse a predicar misiones entre el pueblo. En 43 años de vida, 24 como religioso, diez como sacerdote y 9 como misionero popular, logró inmensos éxitos y tuvo el mismo calificativo en todos los sitios donde estuvo predicando.

A diferencia del estilo muy elegante y rebuscado que se usaba entonces para predicar, el padre Juan Francisco se dedicó a predicar de manera extremadamente sencilla. Sus sermones atraían a las multitudes formadas por católicos y herejes, gente buena y gente corrompida, pobres y ricos, sabios e ignorantes. Le encantaba predicar a los pobres, pero decía que con sus sermones había logrado convertir también a muchos ricos.
El Obispo lo envió a misionar a una región que durante 40 años había sido invadida por los calvinistas, y en la cual la corrupción de costumbres era espantosa y el anticatolicismo era tan feroz que el mismo obispo no podía nunca aparecer por allí.

Mientras tanto el santo seguía misionando por las regiones más apartadas y de más difícil acceso. A muchas mujeres las sacó de la vida corrompida y las encaminó hacia una vida virtuosa. Los vicios que convirtió fueron incontables.

Al visitar el sepulcro de San Juan Francisco Regis, se propuso después el joven San Juan María Vianey, ser sacerdote, costara lo que costara. Es que los ejemplos de su vida son admirables.

Fallecido en la Louvesc, el 30 de Diciembre de 1640, después de su muerte, Regis fue venerado como santo. Los peregrinos llegaron masivamente a su tumba, y desde entonces la afluencia sólo se ha incrementado. El lugar donde murió Regis ha sido transformado en una capilla mortuoria.

Cerca hay un arroyo de agua fresca, al cual los devotos de San Juan Francisco Regis atribuyen curaciones milagrosas por su intercesión. La antigua iglesia de la Louvesc ha recibido (1888) el título y los privilegios de una basílica. En este lugar sagrado se fundó a comienzos del siglo diecinueve el Instituto de las Hermanas de San Regis, o Hermanas del Retiro, mejor conocidas bajo el nombre de la Religiosas del Cenáculo; y fue la memoria de su celo misericordioso a favor de tantas infortunadas mujeres caídas lo que originó la ahora floreciente obra de San Francisco Regis, cual es apoyar a la gente pobre y trabajadora que desea contraer matrimonio, y que principalmente se centra en lograr que las uniones ilegítimas alcancen la conformidad con las leyes Divinas y humanas.