Fecha de publicación: 11 de marzo de 2021

Nació en Albano, una de las sedes suburbanas de la ciudad de Roma, a mediados del siglo IV. Creció desde pequeño estando al servicio de la Iglesia Romana. Fue elegido obispo de Roma, en sucesión de San Atanasio, por el clero y el pueblo.

Entre sus logros como Sumo Pontífice están los de haber combatido a los detractores de San Juan Crisóstomo como obispo de Constantinopla en Roma. Hubo de afrontar el saqueo de Roma por Alarico en el 410 e hizo frente a la herejía pelagiana junto a San Agustín y a la controversia arriana.

En referencia a nuestro país, San Inocencio ha pasado a la historia como un mediador de las disputas entre los obispos hispanos. En el 416, les escribe una carta en la que afirma que en toda Italia, Francia, Hispania, África y Sicilia sólo se han instituido iglesias por Pedro o por sus discípulos. Este documento sería empleado en el futuro como argumento contra quienes desautorizaban la tradición de la predicación del Apóstol Santiago y la visita del apóstol Pablo a este extremo del Imperio.

Es recordado como un Pontífice enérgico y activo, que puso paz en medio de muchas cuestiones. Falleció en el año 417, siendo venerado como un santo durante su entierro.