Fecha de publicación: 22 de julio de 2021

La Historia cuenta que sus padres, de nombres Aliprando y Adelazia, naturales de Lodi, hicieron voto de que si tenían un hijo lo consagrarían al servicio de Dios en la basílica de San Pedro en Roma y lo educarían en la vida religiosa. Cuando se obró el milagro y nació Gualterio, para cumplir sus votos sus padres lo llevaron a Roma en peregrinación y luego le dieron una educación adaptada a la misión al que lo habían consagrado.

De esta manera vemos a Gualterio que, con 15 años, vistiendo el hábito de los Hermanos Hospitalarios. Poco tiempo después de la muerte de su padre Aliprando murió, Gualterio vendió sus bienes y los distribuyó en limosnas y socorro a los peregrinos e indigentes. Su madre fue a parar a un convento para que, en palabras del santo, “ningún afecto carnal mundano lo distrajese de los mandatos de Dios y del culto divino”. De allí fue a parar a Piacenza, en donde su puso al servicio del hospital de San Raimondo il Palmerio.

Dos años después regresó a Lodi y sirvió en el hospital de San Bartolomeo. Aquí Gualterio terminó su aprendizaje hasta sentirse en grado de actuar con plena autonomía. Orando, llegó a la conclusión de que se le mandaba construir un hospital para socorrer a los peregrinos y viandantes en una zona boscosa y palúdica cerca de Lodi, llamado Fanzago. Este hospital sanaría el malhadado lugar.

Gualterio consiguió de las autoridades edilicias de Lodi que le dieran un terreno para construir el hospital de la Misericordia. El nuevo hospital tuvo un desarrollo floreciente: en torno al cual se reunieron otros hermanos y hermanas cristianas, así como varios ermitaños.

Gualterio fue un ejemplo para todos por su rigurosa vida ascética. Realizó numerosas peregrinaciones y tuvo contacto con otros religiosos de vida ejemplar. Erigió otros hospitales en el territorio de la jurisdicción del obispo de Lodi: en Vercelli, Tortona, Crema, Malegnano. Estos institutos se constituyeron como dependencias del hospital de Lodi: Gualterio los mantenía bajo control, inspeccionándolos de vez en cuando, de forma que fueron famosos por su santidad y obras de caridad.

Gualterio recibió la ayuda del arzobispo de Milán, Enrico da Settala, su “familiar y carísimo amigo”, que edificó la iglesia aneja al hospital de la Misericordia de Lodi. Murió cuando cumplía alrededor de los 40 años.