Tercer hijo de trece hermanos de la familia del rey de Polonia, nació en 1458 en Cracovia. Su madre era una católica esmerada que intentó vivir y transmitir el don de la fe a sus hijos. Educado por buenos maestros, llamaba la atención su virtud desde adolescente, además de su por el gusto de su fe. Se vestía humildemente y, a pesar de formar parte de la Corte, mortificaba su cuerpo para no dejarse llevar por las pasiones.

Devoto de la Pasión del Señor y del Jesús Sacramentado, ayudaba durante su jornada a su padre en las tareas de gobierno de los reinos de Lituania y Polonia. Y siendo como era, hijo del rey, sentía una predilección por los pobres, a quienes no despreciaba, sino que acogía compartiendo sus bienes, su tiempo, su inteligencia e incluso su influencia por ser Hijo del Rey.

Renunció a un matrimonio con la hija del Emperador, afirmando que le había prometido a la Virgen conservarse en perpetua castidad. Teniendo veinte años y en mitad de una vida de Corte donde las costumbres eran más relajadas, Casimiro daba muestras de una madurez inusitada y creció en santidad en muy pocos años.

Murió joven, con tan solo 26 años, tras enfermar de tuberculosis. Abrieron su sepulcro en Vilma después de más de un siglo y lo hallaron incorrupto. Sobre su pecho seguía colocada una poesía a la Virgen, cuya devoción gustó tanto de predicar en vida. Su nombre, “Casimiro”, significa “el que impone paz”.