Fecha de publicación: 14 de octubre de 2020

La reapertura de la guerra iniciada en 1994 entre Azerbaiyán y Armenia por el territorio de Nagorno Karabaj, como se conoce en la comunidad internacional (República de Artsaj, en el nombre armenio), vuelve a traer el dolor a sus habitantes de uno y otro lado. El conflicto abre heridas y temores especialmente en el pueblo armenio, que aún tiene viva en su memoria el genocidio a manos de los turcos a principios del siglo XX, a causa de su fe cristiana. Una guerra en la que Turquía, que no reconoce dicho genocidio, se posiciona al lado de Azerbaiyán.

Para conocer lo que está sucediendo en Nagorno Karabaj (Artsaj), entrevistamos a Gohar Vahanyan, joven armenia, madre de familia, residente en Granada desde hace años, que vive con dolor el momento actual por el que atraviesa esta zona del Medio Oriente.

— Cómo surgió este conflicto.
La historia de este conflicto más o menos tiene mi edad. Surgió en los años 90. Tiene una historia detrás también. Se trata de un territorio históricamente armenio, que formaba parte de la Gran Armenia, y durante siglos fue habitada por población armenia, mayoritariamente. Durante los siglos, como hemos tenido muchas invasiones, de Asia principalmente, la Armenia grande fue dividida entre varios imperios, durante toda su historia, entre Bizancio, Persia, los turcos otomanos, Rusia… De todo el territorio histórico que medía 300.000 kilómetros cuadrados, hoy mismo Armenia tiene una décima parte.

Respecto a Nagorno Karabaj (nombre internacionalmente conocido), el nombre armenio es Artsaj. De hecho, la República de Artsaj se llama así, aunque no esté reconocido por las potencias mundiales. Cuando dejó de existir la URSS, a comienzos de los años 90, tuvo lugar un referéndum. La población de Nagorno Karabaj (de Artsaj) decidió formar parte de Armenia, porque principalmente no tiene ningún lazo ni cultural, ni religioso con Azerbaiyán.

Por casualidad, durante la época soviética, ese territorio –Nagorno Karabaj- fue regalado a Azerbaiyán, a los azeríes, por Stalin. Por aquel entonces, durante la época soviética, nadie cuestionaba tu nacionalidad ni nada. Todo el mundo vivía en un país –digamos- donde todos eran hermanos y nadie cuestionaba ni tu religión, ni tu nacionalidad (tampoco se profesaba ninguna religión en la época soviética).

En los años 90, cuando dejó de existir la URSS, en Azerbaiyán, cerca de Bakú, hay una ciudad en la que tuvieron lugar masacres de armenios. Había un barrio entero armenio donde la gente que vivía allí tuvo que huir rápidamente dejando todo en un segundo, tu casa, tu vida, y tienes que huir. Los azeríes que vivían en Armenia tuvieron que salir porque empezaron problemas étnicos. Pero, a diferencia de los azeríes, los armenios no hicieron ninguna matanza. Les dejaron salir, les dieron tiempo, hasta para coger sus pertenencias, todo lo que tenían e irse. Al ver lo que pasaba en Azerbaiyán, en Bakú, en todas las ciudades donde vivían armenios que los mataban, la gente de Nagorno Karabaj (de Arsaj) dijo que no quería formar parte de Azerbaiyán, porque, claro, cómo puede seguir viviendo el pueblo cristiano en esas circunstancias difíciles que no comparte ni idioma, ni valores culturales, nada.

— Qué recuerdos tienes de esos años.
Yo era una niña de 7 años, que por primera vez iba al colegio, a primero de Primaria, y yo recuerdo perfectamente esos años duros, durísimos, que no teníamos nada. Íbamos abrigadísimos al colegio, no nos quitábamos ni los guantes, sólo un par de minutos para escribir. Eso lo tengo clavado en mi memoria.

— En el año ‘94 hubo una tregua en esta guerra entre Armenia y Azerbaiyán. Qué sucedió entonces.
La guerra se congeló en 1994 y se formó un grupo, llamado Grupo de Minsk, de potencias mundiales, los que abogan por la resolución del conflicto por vía pacífica. Pero, como hemos visto durante todos estos años, en realidad Azerbaiyán no quiere aceptar la decisión democrática del pueblo de Artsaj (Naborno Karabaj), que quiere vivir independiente.

— Vuestra historia es una historia dura, la de un pueblo que ha sufrido durante siglos, por vuestra identidad cristiana, por vuestra fe.
Armenia es el primer país que adopta el cristianismo como religión de Estado en el año 301. Desde ahí, ha marcado toda su historia. Su rumbo está más cerca de Europa de lo que un europeo puede imaginarse. Nosotros tenemos los mismos valores, las mismas ideas sobre los que se han basado todos los países europeos, que es el cristianismo. Otra cosa es que están cambiando cosas, pero compartimos mucho realmente de historia y de cultura con Europa. También, el cristianismo ha sido nuestra cruz porque hemos sufrido mucho, hemos sido muy perseguidos por el hecho de ser cristianos en esta región. Si vemos el mapa de la región, vemos que Armenia está rodeada de Turquía con la que no tenemos relaciones diplomáticas, porque los turcos no quieren reconocer el genocidio que tuvo lugar en el imperio otomano en el año 1915-1918; al sur tenemos a Irán, otro país musulmán (sin embargo, podemos decir que es uno de los países “amigos” de Armenia); y al este, Azerbaiyán, con el que no tenemos relación diplomática y más guerra.

— Cómo afrontáis esta situación de guerra.
Los armenios lo tomamos muy en serio, porque está demostrado que no sólo está implicado Azerbaiyán en los ataques, sino que Azerbaiyán está muy bien apoyado por Turquía. El hecho de no reconocer el genocidio armenio también nos da esa imagen a los armenios que es una guerra de vida o muerte, porque lo que pasamos a principios del siglo XX el pueblo lo tiene todavía muy presente y es un asunto muy doloroso para nosotros.

— Cómo vivís esta situación vosotros desde Granada y vuestras familias en la lejanía, en Armenia.
Es muy, muy difícil. Te encuentras como en una jaula de la que no puedes salir, no puedes hacer nada para ayudar. Cuando te calmas, dices “aquí también puedo hacer cosas”, dar a conocer el conflicto, hablar del tema, que hay mucha desinformación. Ahí es donde me veo más útil para ayudar a mi pueblo. Mi familia pequeñita, que es mi marido y mis niños, vivimos aquí, pero toda mi familia, mi familia entera está allí en Armenia y uno se vuelve loco sólo de pensar que algo puede pasar y tú no puedes hacer nada.

–Lo que sí podemos hacer desde aquí y todos es rezar por Armenia y por el don de la paz.
Agradecer a todo el mundo por el apoyo y por las oraciones y pedimos a todos que recen por la paz en la región. Es muy importante. Hablo como armenia, pero también pienso en las madres que tienen hijos en Azerbaiyán y en Turquía, que mandan a sus hijos a la guerra y es una guerra –como cualquier guerra- que no tiene sentido. Simplemente, rezar por la paz para que no haya sufrimiento de ninguna parte. Yo, cuando era pequeña, y cuando estalló la guerra en los años 90, no lo sentía tan fuerte porque era una niña de 6-7 años. Sin embargo, ahora me estoy dando cuenta y digo ‘si mis padre tenían mi edad cuando estalló la guerra y yo ahora teniendo a mis hijos así de pequeños y sabiendo ahora que mi pueblo está pasando por lo que está pasando, puede otra vez repetirse la misma historia’, me duele muchísimo. Y quiero pedir a todos que recen por la paz, por favor.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada