– 1.ª – Gén 1, 1 – 2, 2
– Sal 103

– 2.ª – Gén 22, 1-18
– Sal 15

– 3.ª – Éx 14, 15-15, 1a
– Salmo: Éx 15, 1-18

– 4.ª – Is 54, 5-14
– Sal 29

– 5.ª – Is 55, 1-11
– Salmo: Is 12, 2-6

– 6.ª – Bar 3, 9-15. 32 – 4, 4
– Sal 18

– 7.ª – Ez 36, 16-17a. 18-28
– Sal 41

– 8ª- Rom 6, 3-11
– Sal 117

– Mt 28, 1-10

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos». Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».