Tras cumplirse poco más de dos años de la beatificación de la fundadora de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, la diócesis ha podido celebrar esta entronización de las reliquias de la beata granadina.

Esta ceremonia de entronización contó con la presencia de varios familiares de la beata, de Hermanas de la Congregación procedentes de centros de Barcelona o Mallorca, además  de cientos de fieles granadinos. “Después de la beatificación fue el nombramiento de María Emilia como hija predilecta de la ciudad. El que su reliquia pueda estar en la Catedral significa que es reconocida por la Iglesia y que especialmente el pueblo de Granada puede ir a venerarla”, decía la Vicaria General de las Misioneras, Elisa Mármol, presente durante la celebración.

El mismo cuerpo de María Emilia, que descendió aquel día desde la Catedral hasta la Casa Madre, regresaba este domingo hasta el templo catedralicio. Lo hacía dentro de un relicario con los restos de algunos de sus cabellos, guardados por sus hijas espirituales en el momento de su muerte.

“Para toda la familia missami ha sido un gozo muy grande, porque aparte de en la Casa Madre ahora podrán venerarla en la S. I. Catedral”, afirma la Superiora General de las Misioneras, Marian Macías, que fue la encargada de portar las reliquias hasta el altar. “Yo me sentía un instrumentillo, una nada. Se lo decía a la madre: ‘tú que tantas veces venías al sagrario de la Catedral, ahora vuelves’”.

PODEROSA INTERCESORA

El arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, presidió esta Eucaristía de entronización. En consonancia con la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, el prelado recordó la similitud entre la actitud de Jesús y la de María Emilia en su vida. Cristo es un rey que se puso en servicio hasta dar la vida, igual que testimonió María Emilia con su entrega y su dolor, en aquellos momentos en que la fundación de las Misoneras no terminaba de asentase.

Al término de la Eucaristía, las reliquias de María Emilia permanecieron frente al altar, al lado de un jarrón de flores blanquiazules, que recordaba los colores de la congregación. Los fieles tuvieron tiempo de acudir a venerarlas, antes de su recepción en la S.I. Catedral. 

“Después se acercaron bastantes personas a mí para decirme que habían recibido milagros y favores de la madre”, cuenta la madre Macías. “Los casos que me han contado es sobre todo de jóvenes. Uno que recuerdo es el de uno de Italia que estaba en la calle por a la droga y que ha sido rehabilitado, después de habérselo pedido durante mucho tiempo a la beata”.

Sin duda, esta entronización de los restos de María Emilia suponen un estímulo para que la Iglesia de Granada siga confiándose al poder de intercesión de la beata, y que crezca así la devoción por su figura.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social