Fecha de publicación: 9 de junio de 2021

Nacida en Guatemala, entró como postulante a finales del mes de octubre del 2011. Después de pasar por la Casa Noviciado de Cuenca y un tiempo en Gerona, la hermana Glendy lleva cinco años en Granada como una de las “novias del Albaicín”, tal y como popularmente se les conocen.

¿Cómo surgió su vocación?
Todo parte de una llamada personal que Dios te hace. Mi caso fue a través del grupo de la renovación carismática de la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús en Guatemala. Dios me fue llevando de una manera que ni me daba cuenta porque lo que hacía yo en la renovación carismática, que se dedica a hacer retiros de evangelización, era asistir sobre todo a los turnos de adoración con el Señor expuesto las 24 horas. Eso no es casualidad. Yo salía de aquellos retiros tan llena y feliz, y volvía a casa así. Me faltaba algo y ese algo lo ha llenado Dios en el convento de las esclavas.

Por no creer en las casualidades, su profesión perpetua ha sido el Día de la Visitación y de la mano de la Virgen ¿Cómo ve que se asocia su vocación a la vida de María Santísima?
Pues todo consiste en el vivir en el “sí” de la Virgen como criatura y Madre de Dios. Como criatura ella ha sufrido muchísimo: al pie de la cruz, en la huida a Egipto, en todos los momentos de su vida. En los recordatorios yo puse: “Madre Santísima, en tu ‘sí’ pongo mi ‘sí’ al Señor”. Porque, ¿qué mejor modelo que la Santísima Virgen?

Lo he vivido de una forma maravillosa. Nací en una fiesta de la Virgen como es el 11 de febrero, la Virgen de Lourdes, y hasta ahora me doy cuenta de cuántos peligros Dios me ha librado por mediación de la Virgen. Ver a la Virgen es ver a Jesús y ella te lleva siempre a Jesús.

¿Cuánto tiempo le dedican al día a la adoración?
Tenemos una hora, partida en dos turnos de media hora y después, durante la noche, una hora de corrido. Las noches hacemos la reparación. ¡Cuánto mal, cuánto dolor, cuántas heridas hay en el mundo! Hoy con la pandemia… ¡Cuántos corazones rotos, ¡cuántas personas no se han podido despedir de sus familias! ¡Cuántas heridas profundas en el corazón! ¡Cuántos jóvenes buscando y buscando, y no encuentran lo que es verdadero!

Por la noche es así y durante el día, es un poco donde te lleve el Espíritu Santo. Lo que a una Esclava no se le puede caer de las manos es la Palabra de Dios, el Evangelio de cada día. Meditar qué te dice a ti el Señor en el Evangelio de hoy. Dios nunca se repite, jamás.

El convento de San Gregorio Bético se ha convertido desde hace tiempo en una morada para muchos granadinos y visitantes…
Sí, mucha gente viene a hacer oración, por la mañana y por la tarde. Aquí en Granada hay fe. Muchas veces nos quedamos con lo malo, pero hay mucho bueno. Claro, lo bueno se ve menos pero hay mucha gente buena, mucha gente con fe que viene a hacer largos ratos de oración. Nos dicen: “Esto es un pedazo de Cielo”, pero es que es verdad, porque Dios vivo y real está en nuestras custodias. Una mujer se me acercó después de la Misa de los Votos y me dijo: “madre, me voy transformada. Yo jamás había visto cosa igual”. Yo le dije que somos instrumentos puestos por Dios, pero quien toca los corazones es Dios.

¿Cómo puede una vocación como la suya hacerle ser más mujer, más familia de su familia y más pueblo de Dios?
La maternidad espiritual es un don que Dios te da, porque ser monja no significa que tú seas una solterona. Ser monja es Dios que te da algo dentro muy íntimo y que te hace ser madre de todas las almas. ¡Y es que lo llevas así! Te puedo decir que derramo lágrimas ante el Santísimo por el dolor de la gente, porque el dolor de la gente es mi dolor. Las heridas de las personas, son mis heridas. Así llevo a cabo la maternidad espiritual, como la Virgen que dio a luz a toda la humanidad con los grandes dolores que sufrió al pie de la cruz, así nosotras. Por eso nos dicen “madres” y para mí toda religiosa ha de ser así, madre de toda la humanidad.

No es que hayamos huido del mundo. Tenemos entrañas de misericordia como Dios y entrañas de madre. Así tienes que llevar a cabo la vocación. Yo en lo personal lo llevo así y, si tienes almas predilectas, más todavía. Las mías son los sacerdotes. Tengo una libreta (ríe) con muchos nombres de sacerdotes, y ahí los llevo al pie de la Custodia. “Santos sacerdotes, que necesitamos muchos santos sacerdotes, y también muchas familias santas, para que los jóvenes descubran la vocación”. La familia es la Iglesia doméstica y sin la familia no habría vocaciones.

En su profesión perpetua usted se emocionó en el momento en que en que ser recuerda la elección que ha hecho el Señor por su vida.
Voy a decir la verdad. Durante toda la Misa estaba muy emocionada, pero me estaba venciendo. Y el haberle dicho “sí” al Señor para siempre, con su gracia, para siempre, para siempre… y morir siendo Esclava del Santísimo y de la Inmaculada es algo grandísimo, que me desborda, me desborda completamente.

Me encantaron las Letanías, cómo se une la Iglesia triunfante con la Iglesia militante. En el momento de la consagración, con el altar rodeado de sacerdotes ministros del Señor. Todo era emoción, alegría, paz. Yo decía, “¿es verdad esto, Señor?”. Sí, es verdad que Dios me ha elegido. Es verdad que Dios me ha creado para Él y la luz que Dios me ha dado, no ha venido de mi misma, ha sido Él que lo ha hecho todo. Lo único que yo he hecho, desde mi pequeñez, decirle “sí” nada más. El granito de arena que puedo darle está aquí. ¡Cómo no me voy a emocionar en un momento tan inolvidable y único de mi vida!

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada