Fecha de publicación: 8 de octubre de 2020

La cola de personas que esperó fuera durante la celebración hablaba por sí sola. Los granadinos tenían ganas de estar cerca de su Señora y así lo hicieron notar, como si el deseo de estar cerca de su Señora fuese superior a los límites impuestos por la pandemia.

En el centro del altar, a vista de todos, la imagen de Nuestra Señora daba la bienvenida a aquellos fieles que pudieron formar parte del aforo limitado dentro del templo. La parroquia de Santa Escolástica empezó la celebración de los cultos con la exposición del Santísimo y el rezo del Santo Rosario, del que todos participaron.

Presentes estuvieron además las autoridades civiles y militares, así como el Hermano Mayor de la Archicofradía, D. Juan de Dios Morillas, junto al resto de hermanos mayores de las distintas cofradías de Granada.

Los hermanos dominicos de la Orden de Predicadores, entre ellos Fr. Antonio Bueno, párroco de Santa Escolástica, acompañaron la celebración presidida por el Vicario General de Granada, D. Francisco Javier Espigares, que hizo de la Madre de Dios el centro de su predicación, como no podía ser de otra manera.

LA MADRE DEL ROSARIO, MADRE DE ORACIÓN

La vocación de la Iglesia, de cada fiel, es ser una imagen de la Virgen María. “Lo mismo que se gesta a Cristo en el seno de María, se gesta a toda la Iglesia, a todos los cristianos”, dijo Espigares. “Ella es la que nos hace ser cristianos, pensar en cristiano, seguir a Cristo. María es nuestra madre por voluntad de Dios”.

Recordó el Vicario que la tradición del Santo Rosario, de la cual nace la advocación de la Patrona del Realejo, nace de la tradición de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán. “Santo Domingo inventó esta oración preciosa, que ha sostenido al fe de los sencillos, siglos y siglos, y que lo sigue haciendo ahora”, afirmó. Con sus cinco misterios, la oración del santo rosario es mitad oración mental y mitad vocal.

En este primer día de cultos, el Vicario General no quiso más que centrar la mirada en María como Madre de oración. Ya en las lecturas, destacó cómo la actitud de la Virgen es siempre la oración. “La oración es la medida de nuestra fe. Es como el guitarrista que se pone a afinar la guitarra. Nosotros, una vez que rezamos, actuamos después y ya tenemos el día está para servir al Señor, pero afinado nuestro corazón, afinada nuestra mirada”, subrayó.

Terminó Espigares invitándonos a vivir este tiempo presente como una oportunidad para estar juntos, para no crecer buscándonos a nosotros mismos, “cada uno a lo suyo”, sino siendo y reconociéndose en cada persona y en uno mismo, un bien para el otro. “María nos va a ayudar de cerca para abrirnos de par en par a las necesidades de nuestros hermanos”.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada