Fecha de publicación: 16 de septiembre de 2019

Queridos Sr. Alcalde, queridas autoridades;

pueblo cristiano de Granada y amigos todos:

El hecho de que todos los años nos reunamos para esta Ofrenda floral, puede hacernos olvidar lo que hay de extraordinario en la imagen que tenemos delante y pensar que sólo es la repetición anual de una rutina, de un gesto que repetimos sin necesidad, sólo porque es también estar juntos no tenemos necesidad de pensar en más motivos. Y sin embargo, si no fuera por Ella, nadie estaríamos aquí.

Qué es eso que hay de extraordinario. Yo veo delante de mí la imagen de una mujer, de una madre; de una madre que tiene a su hijo muerto sobre sus rodillas y que, a pesar de un rostro dolorido, no está destruida por ese dolor. No sólo no está destruida, sino que está vestida de Reina y Su cabeza está coronada y Su manto es el manto enjoyado efectivamente de una Reina.

No es lo que uno espera de una madre que tiene a su hijo muerto en brazos. Y eso tiene un significado, porque esa Mujer, que representa a la Iglesia; que nos representa a todos nosotros, a la humanidad, es una Mujer que tiene el don de poder cambiar el significado del sufrimiento. El sufrimiento nos mata, nos destruye, nos aísla, nos deja solos, solos hasta de nuestros seres más queridos.

La Presencia de Cristo en nuestro sufrimiento y la compañía de María y la intercesión de María hacen que el sufrimiento pueda ser una realidad distinta; una realidad no digo amable ni deseable, pero sí una realidad que no es estéril, que no destruye, una realidad fecunda que nos transforma y que nos hace más poderosa nuestra esperanza en la vida eterna.

Comenzamos esta Ofrenda floral. Bienvenidos todos a una tarde de domingo como no esperábamos hace unos días que íbamos a poder tener y que sea una tarde de disfrutar juntos en la Presencia del Señor y de Nuestra Madre.

+ Mons. Javier Martínez

Arzobispo de Granada

15 de septiembre de 2019

Basílica de Nuestra Señora de las Angustias (Granada)