El 22 de mayo se celebraba en la liturgia de la Iglesia católica el VI Domingo de Pascua y, por tanto, la Pascua del enfermo, este año con el lema “Acompañar en el sufrimiento”, y con la que concluye la Campaña del enfermo, que se iniciaba el 11 de febrero, coincidiendo con la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes.

De manera concreta, y con motivo de esta Pascua, participaron en la Eucaristía la Hospitalidad Granadina de Lourdes, tanto voluntarios como enfermos, y la Pastoral de la Salud.

En sus palabras durante la homilía, nuestro arzobispo D. Javier recordaba que “todos estamos enfermos”. “En este día vivimos cómo Jesucristo Resucitado alivia, conforta y sostiene nuestras vidas. Porque los enfermos no sois sólo vosotros. Todos estamos enfermos. Y si hoy no lo estamos, lo vamos a estar, estaremos sin duda, porque forma parte de nuestra condición humana: ser enfermos. Por eso, la celebración de la Resurrección nos toca a todos, por nuestra condición de enfermos y por nuestra condición mortal”, señaló.

CONCHITA BARRECHEGUREN, TESTIMONIO DE FE DESDE LA ENFERMEDAD
Al término de esta Eucaristía en la Pascua del enfermo, que “nos permite reconocer aún más el significado de la resurrección de Jesús” –señalaba D. Javier-, nuestro arzobispo recordaba el reciente anuncio de la Santa Sede, por el que el Papa aprueba el milagro atribuido a la intercesión de la granadina Conchita Barrecheguren, abriendo la puerta a su próxima beatificación.

“Las beatificaciones y las canonizaciones son la proclamación de que la Iglesia ha cumplido su misión. Porque nuestra misión es que la gente pueda estar con Dios y pueda estar para siempre. Y en el caso de los santos y de los beatos la Iglesia empeña su autoridad en decir ‘han llegado, participan ya del triunfo de Cristo’, como esperamos llegar también nosotros aunque no nos beatifiquen nunca”, explicó D. Javier Martínez.

El anuncio de la nueva beatificación en Granada con Conchita Barrecheguren se produce en vísperas de la Pascua del enfermo, condición que ella vivió y que con 22 años le llevó a la muerte víctima de la tuberculosis. “Vivió la enfermedad de tal manera que era un resplandor y una luz para todos los que estaban cerca de ella. Que lo podamos ser nosotros también”, señalaba nuestro arzobispo.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social

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