“Como un paso de la muerte a la vida”, así invitaba el Delegado de Migraciones, D. Manuel Velázquez, a los fieles presentes el pasado sábado 16 de noviembre a entender el sentido del paso de la Cruz de Lampedusa por la diócesis de Granada.

Innumerables han sido los cantos, gestos, poemas y oraciones que este símbolo ha despertado en el corazón de todos aquellos fieles que se han sentido interpelados por esta cruz que, siendo imagen de un “ataúd flotante”, es al mismo tiempo un “signo de esperanza” y una llamada cada uno a reflexionar acerca del mundo en el que vivimos y la forma en la que contemplamos algo tan esencial como es el valor de la vida humana.

Después de su exposición durante cinco días en la Iglesia Parroquial Sagrario-Catedral, la cruz azul se erigió en el presbiterio de la Catedral de Granada ante decenas de fieles en una vigilia de oración que también contó con la presencia de migrantes senegaleses de paso por nuestra diócesis, que con sus cantos acercaron un poco de esa vida y alegría procedentes del continente afrincano.

Un gesto significativo fue el realizado por los fieles asistentes antes de adorar y besar la cruz, en el que ofrecieron una hoja seca, “símbolo de los miedos, prejuicios e indiferencias”, como ofrenda para poder ser transformada en “semilla de esperanza” y de unión hacia ese otro mundo al otro lado del mar Mediterráneo.

LA CRUZ EN LA PLAZA PÚBLICA

Ya el domingo, después de la Eucaristía de las 12:30 horas junto al Arzobispo de Granada, igualmente presidida por la Cruz de Lampedusa, tuvo lugar un acto público junto a la Fuente de las Batallas promovido por el movimiento Encuentro y Solidaridad, en el que la cruz azul fue llevada expuesta por unas horas en la calle, llamando a la reflexión de todos.

“Más allá de credos, del color, de la piel, la frontera o las leyes, es un signo de todo sufrimiento humano, del rechazo y el miedo. También un signo de esperanza, de escucha, de encuentro y solidaridad” dijo Gilbert, natural de Burkina Faso y amigo del movimiento Encuentro y Solidaridad. “El sufrimiento de los hermanos reflejados en estos maderos es suficientemente grande como para unir a todas las regiones, a todos los pueblos, a todos los hombres”, concluyó.

Bajo el frío y la lluvia, que se dijo recordaba por unos momentos al sufrimiento de las personas que se embarcan en noches así con la esperanza de un futuro mejor, el acto fue seguido de una serie de cantos y de recitales de versos que acompañaron a la reflexión y animaron a la solidaridad de las decenas de personas allí congregadas.

El acto terminó recordando los 20 puntos de acción aprobados por el Papa Francisco como contribución especial de la Iglesia a la hora de elaborar Pactos Globales en materia de migración.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada