Dando inicio al Jueves Santo la Iglesia de Granada celebró en esta mañana la tradicional Misa Crismal en la que, un año más, los miembros del clero diocesano renovaron sus promesas sacerdotales llegados de todos los puntos de la diócesis ante la presencia de religiosas y religiosas, consagrados y fieles laicos que también participaron en este momento de comunión eclesial en el que además, tradicionalmente se bendicen los santos óleos.

La Eucaristía, que estuvo presidida por nuestro arzobispo, también contó con la presencia del Vicario General, D. Francisco Javier Espigares y los vicarios territoriales así como los seminaristas del Seminario Mayor San Cecilio y del Redemptoris Mater.

“DICHOSA TÚ, IGLESIA”

Durante su homilía, Mons. Javier Martínez, alabó con alegría la dicha de la Iglesia granadina porque el “Santo de Israel” está entre su pueblo: “¡Dichos tú, Iglesia!, porque el que es la fuente de toda vida, el que es la fuente de toda plenitud, de toda alegría verdadera, de la gratitud, del gozo, de la gracia, de la esperanza, está en medio de nosotros, está con nosotros. Vive en nosotros”, destacó.

Asimismo nuestro arzobispo reflexionó sobre la sacramentalidad de la Iglesia que se celebra en este día, la importancia de la comunión y cual es la misión del sacerdocio: “Hoy celebramos ante todo la sacramentalidad de la Iglesia. Nuestra misión como sacerdotes es la de ser servidores de la santidad del pueblo que resplandece de mil maneras, dar gracias a Dios por esa santidad todos los días que resplandece en nuestro presbiterio de muchas maneras”, afirmó Mons. Martínez pidiendo también a Dios la vivencia de la comunión eclesial “con una exquisitez sencilla, humilde, para que tenga el sello del Señor”.

 SANTO CRISMA, ÓLEO CONSAGRADO

En el momento de la bendición de los santos óleos por parte de nuestro arzobispo primeramente fue bendecido el santo óleo de los enfermos y catecúmenos y finalmente el Santo Crisma cuya sacralidad Mons. Martínez comparó con el sacramento de la Eucaristía.

“La consagración del Santo Crisma no es solo una bendición sino una verdadera consagración porque en él, como en el sacramento de la Eucaristía, está presente Cristo, es portador de Cristo en el Bautismo, en la Confirmación y en los distintos grados del sacramento del Orden. Por tanto el santo crisma es un óleo consagrado”, explicó Mons. Martínez.

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María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada