Fecha de publicación: 7 de julio de 2018

Con alegría y dando gracias a Dios, la congregación Hijas de Cristo Rey, familias y personas cercanas al carisma nacido del Venerable José Gras y Granollers se han congregado en torno al altar en la Catedral, en la mañana del sábado 7 de julio, coincidiendo en el día con los cien años de la llamada del Señor a su Presencia.

Una catedral desbordada de fieles se reunía así para dar gracias a Dios por la vida y obra generada del amor a Dios de José Gras y testimonio de cómo Cristo es el único Rey de nuestras vidas.

Junto a todos ellos, y concelebrando junto a nuestro arzobispo, han participado miembros del clero diocesano, entre ellos el Vicario de la Zona I, D. Francisco Tejerizo, y algunos canónigos de la Abadía del Sacromonte, lugar fundamental en la vida cotidiana y en su vida de fe del padre Gras, del que también fue canónigo. Asimismo, estaba presente el que fuera abad de esta Abadía, D. Juan Sánchez Ocaña, que ha ayudado a dar a conocer y difundir la propia Abadía y la figura del padre Gras. También, estuvieron presentes concelebrando la Santa Misa el Deán y el Vicario General de la Diócesis de Seu d’Urgell, perteneciente a la provincia de Lérida, de donde era natural el Venerable padre Gras, y cuyo obispo, Mons. Joan Enric Vives, inauguraba en Granada un año antes los actos conmemorativos que ahora se clausuran.

CENTRALIDAD EN CRISTO
En su homilía, Mons. Martínez subrayó la Primacía de Dios y su Gracia, al mismo tiempo que habló de Cristo como Rey, pero no un rey de este mundo, sino de la plenitud humana. Un lema –Cristo Rey- que acompañó la vida de José Gras y que da nombre a su fundación: Hijas de Cristo Rey, dedicadas especialmente a la educación de la infancia.

“Me parece un don precioso del fundador de las Hijas de Cristo Rey esa centralidad de la persona de Cristo. Cristo es Rey, pero es ese Rey singular que conquista, que accede a la posesión de nuestras vidas poniéndose en lugar nuestro, entregándose a la muerte y una muerte de cruz para que nosotros vivamos”, explicó Mons. Martínez.

Asimismo, nuestro Arzobispo invitaba y animaba a los fieles y a la comunidad de consagradas de Cristo Rey a pedir al Señor el milagro que falta para que el padre Gras sea elevado a los altares. En este sentido, D. Javier les animaba a confiar en Dios y a orar en esa actitud de confianza.

Antes de concluir la Santa Misa, la comunidad de Hijas de Cristo Rey leyó un mensaje recordando al padre Gras y dando gracias a Dios por su vida, entrega y dedicación, así como por la obra nacida de su amor a Dios Rey nuestro. “Lo más bonito es que este grito –Cristo reina- resuena desde el uno al otro confín en Albania, Argentina, Colombia, Ecuador, España, Italia, Perú, Senegal, Togo, Venezuela. Tantos rincones del mundo que desde lo pequeño y concreto, con obras de bien y amor, las Hijas de Cristo Rey, y quienes vibran especialmente con el carisma, siguen haciendo viva que Cristo es Rey y reina”, señaló la congregación en dicho mensaje pronunciado antes de la bendición final en la Eucaristía.

La celebración festiva continuó con el acto celebrado posteriormente en el Colegio Mayor Cardenal Cisneros y un almuerzo fraterno.

Paqui Pallarés

Escuchar homilía en la Eucaristía de clausura del centenario del padre Gras