Las lecturas de ese III Domingo de Pascua hablaban del amor de Pedro por el Señor -”Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiere”-, cuando responde por tres veces -el mismo número de veces que le negó en el momento del prendimiento del Señor- a la pregunta de Cristo: “Pedro, ¿me amas?”.
“En las preguntas de Pedro hay un pelín de insistencia del Señor: había unas heridas que curar, que eran las negaciones, en las que Jesús había sido negado por Pedro tres veces, y tres veces le pregunta”. Sobre la respuesta de Pedro, Mons. Martínez nos señala que “es una oración que cualquiera de nosotros, el peor de los días, ese día en que todo ha salido mal (…), es una oración a la que podemos recurrir siempre (…): ‘Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero’. No conozco yo en el Evangelio ninguna oración que uno pueda hacer al Señor que contenga más capacidad de paz, de sosiego, más capacidad de regenerar el corazón”, explicó.
Respecto a la Resurrección: “Cristo vive. Es decir, ha habido un momento en la historia, un momento único, que sólo puede ser conocido por la fe”.
“La Resurrección, si ha sucedido, no tiene ningún otro parangón en la historia. Sólo hay un punto con el que podría compararse. Es otro punto que conocemos de la misma manera que la Resurrección, y es la creación del universo”.
“Existir sólo puede ser participar en el Ser de Dios, es decir, que Dios nos comunica su Ser, como lo comunica una madre; nos hace de alguna manera como nos hace un ingeniero (aunque la imagen es de las peores…), nos comunica su Ser, pero nunca pasamos a estar fuera de Dios. Si existimos en este momento, es porque el Señor, en este momento, en este mismo instante, en este mismo segundo, nos mira a cada uno con un amor infinito”.
“En la Resurrección pasa lo mismo: nosotros afirmamos que Cristo vive, de alguna manera con los instrumentos que hay con nuestra razón, en nuestro corazón, en nuestra vida, para reconocer los frutos de la Resurrección, y ese fruto sois vosotros, ese fruto sois la Iglesia, ese fruto es un pueblo de santos”.
“Ese pueblo de santos no deja de emerger”. “Siempre hay santidad en la Iglesia, siempre hay un pueblo entero, que derrocha humanidad, como si la humanidad fuese un depósito inagotable”, afirmó Mons. Martínez en la Eucaristía.
Escuchar homilía en el III Domingo de Pascua, S. I Catedral (14 abril de 2013)