Fecha de publicación: 1 de marzo de 2019

Celebrando una vez más la cita anual del “Día de Hispanoamérica”, ya tradición de la Iglesia de Dios en España, es con mucha alegría y gratitud que me dirijo a los muy numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, así como también a los laicos españoles que han respondido a la llamada de Dios a servir a las Iglesias y pueblos de Hispanoamérica como misioneros ad gentes. Vosotros sois la viva expresión de la solicitud apostólica universal de la Iglesia española, dimensión esencial de toda Iglesia local. Saludo y agradezco especialmente a S.E. Mons. Francisco Pérez González, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española, a sus colaboradores y a los delegados diocesanos de Misiones. Me permito dirigirles una palabra de aliento para perseverar en vuestro valioso empeño misionero y para pedir para vosotros el don del Espíritu Santo, verdadero inspirador y conductor de toda la vida misionera en la Iglesia. Este año tenemos como tema del “Día de Hispanoamérica” el hermoso lema: «Comprometidos con la vida de los pueblos». Se trata de un tema, ¡sobre todo un compromiso!, muy actual y necesario para todo misionero.

La vocación del misionero es una respuesta fiel y generosa a una llamada de Dios, similar a la que recibió el apóstol Pablo cuando le Mensaje de la CAL 4 fue dicho: «Pasa a Macedonia y ayúdanos» (cf. Hch, 16, 6-40). Dios se sirve de los más diversos itinerarios, encuentros y circunstancias de vida para plantearos esta invitación. Vuestro fíat os ha llevado a dejar vuestro terruño, vuestra diócesis, vuestra familia, para cruzar el Océano y poneros al servicio de la Iglesia y de los pueblos en América Latina. Estáis ciertamente muy comprometidos con la vida de los pueblos latinoamericanos y con el Pueblo de Dios allí presente, distintos pero singularmente compenetrados.

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