Fecha de publicación: 19 de noviembre de 2021

¿Cómo surgió su vocación sacerdotal?

En un principio surgió cuando empecé a tener contacto con los escolapios, estudié en un colegio católico y tuve un profesor que era escolapio. Al principio comencé el noviciado para ser hermano lego pero a medida que fui avanzando vi más clara la llamada del Señor a la vida sacerdotal.

Me acompañaron muchas personas a la hora de discernir, estuve 8 años en los escolapios y después salí y estuve trabajando como laico varios años, la llamada fue más fuerte especialmente en un encuentro de oración en un casa de retiro en Murcia. Ahí hice los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola y es donde me sentí llamado.

¿Cuáles son los santos que más han influido en su vocación?

Principalmente Carlos de Foucauld, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Asis y Calasanz.

De Foucauld destacaría la Eucaristía, la vida oculta, ser sal en medio de la relación y su oración de abandono.

De Francisco me impacta la pobreza. Yo no soy pobre, pero me impacta la pobreza en el sentido de que uno está desprendido de las cosas, las comparte, y eso ayuda a vivir en humildad y sencillez.

De Loyola me marcó el numero 23 de los Ejercicios: el hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios. Estamos llamados a reconocer, cuidar y traducir con el servicio ese regalo.

Y por último, de Calasanz me quedo con la idea de que si queremos romper la pobreza es por medio de la educación.

¿Qué es lo que más ha disfrutado de su pastoral en estos años?

Es un regalo. Yo he sentido que no soy yo el fiel al Señor, sino que Él ha sido fiel en mi vida a través de muchas personas. Estar en Almanjáyar me ha llevado a descubrir la mano y la presencia del Señor en muchas personas.

Aún así la realidad muchas veces es dura. Recuerdo una vez que era de noche y yo estaba cerrando la parroquia con el pensamiento de dejarlo. En ese momento llegó un chico de los que acompañamos y me dijo: “Juan Carlos, te quiero”. Ahí vi que más allá del amor ese joven persona Dios me estaba hablando.

Los momentos duros son también momentos privilegiados para plantearme quién es el que me mantiene aquí. Almanjáyar me ha enseñado a escuchar a dejarme tocar por la realidad, a tener una mirada más profunda, acompañar, mirar lo positivo, porque más allá de una realidad desafiante hay un mundo espectacular.

¿Un pasaje de la Biblia que le haya marcado?

Tengo dos. Por una parte la vocación de Jeremías y otra Mateo 12: “Te doy gracias Padre porque has ocultado estas cosas y se las has mostrado a los sencillos, así te ha parecido mejor”. En lo sencillo Dios se hace presente.

En su opinión, ¿cuál es el mayor desafío de ser sacerdote actualmente?

El mayor desafío es abandonarme más en Dios. Yo soy muy controlador. Como Iglesia la gente espera signos de nosotros, no son cosas grandes, son pequeñas, pero creo que aun no sabemos comunicar bien con la vida el Evangelio. La gente nos percibe alejados y necesita que estemos más cercanos a sus problemas, que nos dejemos tocar por su realidad.

¿Cómo ha vivido su aniversario de ordenación?

Cuando recibí la ordenación fue un gran regalo. No elegí yo a Dios sino Él a mi, y lo que he hecho es compartir su rostro con las personas. Doy gracias a Dios por todas esas personas. La verdad es que sentirse querido por tanta gente, a veces me siento pequeño de tanto amor que me desborda. Mi aniversario fue el 14 de abril y tuve dos celebraciones.

Una plegaria para los próximos años.

La oración que hago todos los días es la de Carlos de Foucauld: “Padre me abandono a ti, haz de mi lo que quieras”.

María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social