Fecha de publicación: 24 de septiembre de 2020

La pandemia está cambiando el trabajo y modo de operar pastoralmente en la Iglesia, adaptando su tarea a las actuales circunstancias del covid-19, para cumplir con la normativa vigente de prevención. Una de esas pastorales afectadas es la penitenciaria, que hoy jueves, 24 de septiembre, festeja Nuestra Señora de Merced, patrona de los centros penitenciarios y de los presos, afrontando con este nuevo escenario un “reto social y religioso” en el seno del centro penitenciario donde trabajan.

FESTIVIDAD
La festividad de hoy ha sido adaptada a los tiempos de coronavirus. Y es que la Santa Misa que, una vez por semana, y hoy especialmente en el día de su patrona, se celebra con la asistencia de los presos y la participación de los voluntarios en el centro penitenciario no se llevará a cabo, en la modalidad de años anteriores.

Así, los voluntarios festejan Nuestra Señora de la Merced a las 13 horas, con la Eucaristía en la capilla de la Virgen de la Misericordia, en el Centro Ágora. Allí orarán por el fin de la pandemia y por los presos, con quienes han establecido una relación fraterna, nacida de la compañía semanal de escucha, ayuda y gestión en aspectos burocráticos y con familiares en el exterior. Por su parte, las personas privadas de libertad que lo deseen participarán en la Santa Misa, en grupos reducidos en los módulos, acompañados por los capellanes de esta Pastoral, únicos miembros en poder acceder a las instalaciones del centro de Albolote con motivo de la pandemia.

“Nosotros lo único que podemos hacer es reunirnos los voluntarios y vernos en la Eucaristía y celebrarla por los internos. Vernos y animarnos también nosotros un poco, cuidar un poco al voluntariado, celebrar la eucaristía por los internos, acordarnos de los tiempos que se podía entrar ahí, acordarnos de muchos internos con sus nombres, con los que han tenido una relación muy estrecha, y animarlos a que les escriban cartas; que los voluntarios de alguna forma sigan en contacto con los internos, a través de cartas y con sus familiares de los internos”, explica D. Sorin Catrinescu, Delegado diocesano de Pastoral penitenciaria y uno de los tres capellanes en el centro penitenciario de Albolote.

RETO SOCIAL Y RELIGIOSO
La actual situación de pandemia está siendo un “reto social y religioso” para esta pastoral, según explica su Delegado. Los voluntarios desarrollan un trabajo de ayuda en las necesidades básicas para “alrededor de 600 personas que están en situación crítica”, dentro de la cárcel, porque “no tienen dinero ni personas que les atienda”. En la situación actual de prevención del covid-19, esta colaboración del voluntariado desaparece, ya que no pueden acceder al centro, por lo que los capellanes afirman sentirse “desbordados con esta situación y nos vemos en una situación muy complicada”, porque las necesidades siguen siendo las mismas, explica Catrinescu.

El “reto religioso” afecta directamente a los internos en la dinámica de la transmisión y participación en la fe, según señala su Delegado, ya que al participar los internos en la Misa por módulos “se rompe la unidad”: “Está muy bien entender el fenómeno de las eucaristías, porque, cuando juntas a la mitad de la prisión (los que vienen voluntariamente) en un salón con un liturgia bonita, ese ambiente hace cambiar a las personas. Ven un mundo de acercamiento a Dios y quieren volver a la Iglesia”. “Si tú rompes esa dinámica y sacas sólo módulo por módulo, salen pocas personas y se rompe esa unidad que tenemos los cristianos y rompes la comunidad, que es una pieza fundamental del desarrollo de los internos”, explica Catrinescu, señalando asimismo la frustración que esto ocasiona a los internos.

Ante el nuevo curso, “no sabemos exactamente a día de hoy cómo va a seguir desarrollándose”, pero la situación de pandemia va a convertir esta pastoral en una pastoral “efectivamente de hospital, de poner parches y llegar a muy poco”.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada