María Pilar Jiménez, única sobrina en la actualidad del mártir D. José Jiménez Reyes, se emociona cuando recuerda a sus hermanos y familiares que ya se fueron, “les habría encantando poder vivir este momento, poder estar en la beatificación y ver al tío José elevado a los altares”, recuerda.

Aunque María Pilar no llegó a conocerlo en persona recuerda que el la familia siempre estuvo vivo su recuerdo como un hombre de muy buen humor y alegre. “Mi tío siempre quiso ser sacerdote, desde los 14 años ingresó en el Seminario. Tuvo una vida pastoral muy activa en la que cada vez que lo trasladaban de parroquia ni el quería irse ni los fieles por el mutuo cariño que se profesaban”, destaca.

DOLOR Y ALEGRÍA POR CAUSA DEL MARTIRIO

El Siervo de Dios José Jiménez Reyes, nació en Santa Fe en 1889. Estudió en el Seminario San Cecilio y fue ordenado desde 1915. Algunos de sus destinos pastorales fueron Pinos Puente, Salobreña, Dúrcal y Órgiva. Pasando también por su natal Santa Fe, llegó a ser coadjuntor de Santa Catalina en Loja, cuyas calles contemplarían su martirio.

“Mi tío pasó varias veces por la cárcel, podría haberse ido de Loja pero no quiso, no quería abandonar a sus fieles en Santa Catalina. De su vida me llega todo pero especialmente como dio su vida al final, me contaron que sus últimas palabras fueron: ‘Señor, no les tengas en cuenta a estas personas lo que me están haciendo, yo les perdono’”, comenta.

Para María Pilar conocer los detalles del martirio del siervo de Dios ha sido un proceso que ha necesitado “tiempo” y que ha llorado: “a la vez brota una alegría en medio del dolor por como dio su vida por la fe por Cristo, las guerras son algo horroroso”.

De cara a la beatificación para la que quedan pocos días, los familiares de D. José Jiménez están “muy contentos y admirados de tener un beato en la familia”. Además, Pilar resalta: “Yo cuando pienso en la ceremonia de beatificación se me pone la piel de gallina, noticia de la que además tuve conociendo a partir de una noticia, ese es el primer milagro que ha hecho mi tío, que yo supiera de la beatificación ya que como no quedan más familiares vivos y yo no tengo contacto con Santa Fe ni Loja no podría haber sido de otra forma”, cuenta con alegría.

Asimismo desde la localidad de Loja, el párroco de Santa Catalina, D. Juan Carlos Burgueño, destaca “su sorpresa” por el sosiego, humildad y tranquilidad con la que el mártir vivió los acontecimientos que lo llevaron a perder la vida. “Yo personalmente no conocía el testimonio de D. José Jiménez. Los fieles de Santa Catalina le tienen mucho cariño a su parroquia y a todos los que han servido en ella, irá un grupo para la beatificación. El ejemplo de los mártires pone de manifiesto que la Iglesia está viva, que sus vidas contribuyeron al arraigo de la fe en Granada”, afirma.

María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social