Fecha de publicación: 10 de febrero de 2020

El centro educativo que lleva las Hijas de la Caridad, compañía fundada por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, albergó en su iglesia la administración del sacramento de la Confirmación a una veintena de alumnos del colegio situado en la calle Arabial.

Los responsables del centro, entre ellos la directora pedagógica del centro e Hija de la Caridad, Sor María Inmaculada Madrid, se mostraban alegres al inicio de la celebración, confesando que la propia celebración es ya un signo de la vitalidad de su comunidad cristiana. “Estos jóvenes han recibido la catequesis adecuada y son aptos para la recepción del sacramento de la Confirmación”, empezó diciendo la directora ante Mons. Javier Martínez, al inicio de la celebración eucarística.

Los alumnos, que dejaron sobre el presbiterio unos vidrios de colores representando los siete dones del Espíritu Santo con que iban a ser ungidos, recibieron un afectuoso recibimiento por parte del Arzobispo, que enfatizó en su predicación la importancia de la alianza de Dios sobre el confirmando por encima de cualquier mérito propio. “En la Confirmación el Señor ratifica, en una edad en que podemos darnos cuenta de lo que eso significa, la promesa, la Alianza, el amor infinito que Jesucristo es para cada uno de nosotros”, dijo D. Javier.

ENRAIZARSE EN EL AMOR DE DIOS

Antes de la administración de los Santos Óleos, Mons. Martínez quiso recalcar la importancia de del reconocimiento de lo que iban a recibir a la hora de enfrentar las grandes cuestiones de la vida. “Yo quiero hablaros de la necesidad de las raíces, es decir, que la Confirmación y la vida de la Iglesia, la vida cristiana, no es como una especie de adorno opcional, voluntario; como una vida humana que se puede desenvolver exactamente igual sin Dios. La necesidad que tenemos de raíces es la necesidad de poder saber quiénes somos. ¿Quién soy yo? ¿Qué hago en este mundo? ¿Para qué es mi vida? Se puede vivir sin darle respuesta a esas preguntas, pero no se vive bien”, afirmó.

“Lo que Jesucristo repite esta tarde por mis pobres manos y no solo lo repite sino que os da para quedarse con vosotros, por mis pobres manos, es su amor infinito por cada uno de vosotros”, prosiguió. Al tiempo que subrayó que el sacramento no tiene un efecto mágico para hacer “más buenos” a los confirmandos, sí que les lleva a una ocasión de ser más conscientes del amor infinito de Dios para cada uno. “¿Os podéis imaginar si quiera lo que es ser amados con un amor infinito y eterno que no nos va a faltar nunca? Repito, eso no garantiza que si me atropella en un coche no me pasa nada, eso no garantiza que no me atropelle un coche, pero me garantiza que nunca jamás en ninguna circunstancia de la vida el Señor me va a dejar solo”, terminó diciendo.

Los jóvenes, que ya recibieron del Bautismo la promesa de que serían educados en la fe, terminaron siendo ungidos de manos del Arzobispo con el Santo Crisma que confiere la gracia de la plenitud del Espíritu Santo, haciendo efectiva esa promesa del amor y la preferencia del Señor por cada uno de este grupo de alumnos del Regina Mundi.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada