Fecha de publicación: 11 de noviembre de 2020

La jornada sacerdotal de este mes de noviembre ha estado marcada por la memoria de los mártires del siglo XX en España, que en la Iglesia celebrábamos el pasado 6 de noviembre.

En este contexto, el lunes día 9 los restos del beato Segundo Arce Manjón fueron depositados en el altar de San José, en la iglesia de la Abadía, durante la Eucaristía presidida por nuestro arzobispo y concelebrada por el clero granadino asistente. Segundo Arce Manjón fue beatificado en Aguadulce (Almería) en 2017, junto a otros 114 mártires de la persecución religiosa en España en los años 30 del siglo XX.

Segundo Arce nació en el pueblo burgalés de Ayoluenga y después de iniciar sus estudios para el sacerdocio, su tío don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María y canónigo de la Abadía, lo orientó al Colegio Seminario del Sacromonte de Granada. Empapado del espíritu de educador que le transmitiera su tío, Segundo Arce Manjón se convirtió en el continuador de su obra pedagógica al servicio de los niños más pobres del Sacromonte y el Albaicín.

MÁRTIRES BEATOS GRANADINOS
Previamente a esta entrega de los restos del beato en el altar para la veneración de los fieles, los sacerdotes participantes, entre ellos también presbíteros conectados de forma telemática, conocieron una breve semblanza del beato mártir que fue canónigo de la Abadía.

Esta semblanza estuvo a cargo del Delegado Diocesano para el Patrimonio Cultural y canónigo de la Abadía, D. Antonio Fernández Siles. Asimismo, el vicepostulador de las causas de los mártires granadinos, el sacerdote D. Santiago Hoces, presentó su último libro titulado “Los mártires de la Archidiócesis granadina del siglo XX”, en el que recoge las semblanzas y testimonios de 65 mártires beatos, entre los que se incluyen los beatificados en Almería en 2017, los 7 mártires de Turón y una viuda, y los próximos nuevos beatos granadinos, cuya fecha de beatificación en Granada aún está por determinar.

AGRADECIMIENTO DEL ARZOBISPO
Nuestro arzobispo D. Javier dio las gracias especialmente a D. Santiago Hoces por los 22 años de trabajo en este campo de los mártires granadinos, en primer lugar por reunir la documentación, “que no era fácil de reunir, y después a preservar su memoria y a mantenerla viva en medio de nosotros”.

“Gracias por su constancia y por su fidelidad. Estoy seguro que los mártires le van a recibir el día que el Señor lo llame con los brazos abiertos como a un verdadero amigo. Y nosotros daremos gracias no sólo por su vida, sino por su ministerio y por la ayuda que ha significado ese ministerio, para que se mantenga viva la memoria de nuestros mártires”, afirmó D. Javier Martínez dirigiéndose al sacerdote D. Santiago Hoces.

EUCARISTÍA
El epicentro de la jornada sacerdotal se vivió durante la Eucaristía y la colocación de los restos del beato Segundo Arce Manjón, en el altar de San José de la iglesia de la Abadía del Sacromonte.

La Santa Misa estuvo acompañada por las reliquias del primer mártir de la Iglesia de Granada, San Cecilio, y uno de sus últimos mártires, Segundo Arce Manjón, “para que sepamos que el martirio forma parte de la experiencia cristiana y sigue siendo el testimonio más bello que los hombres recibimos de que Cristo vive y, por lo tanto, que Su Gracia vale más que la vida”, explicó D. Javier Martínez.

“La Iglesia ha considerado siempre que el martirio es la forma más plena de la santidad, porque prolonga verdaderamente el testimonio de la pasión de Cristo. De hecho, los cristianos amaban celebrar la Eucaristía sobre los sepulcros de los mártires, precisamente por eso, porque es en los mártires donde se hace más patente la verdad de las palabras de la Eucaristía ‘Tomad, comed, este es mi Cuerpo que se entrega por vosotros’”. “Ese regalo que el Hijo de Dios hace de Su vida, de Su cuerpo y en Él a Su vida divina a los hombres se realiza plenamente en la vida del mártir, que prolonga el don de Cristo al mundo, la ofrenda a Cristo por la salvación del mundo. Y por eso, la Iglesia los venera”, explicó D. Javier en su homilía.

Y dirigiéndose a los sacerdotes, les invitó a vivir “con gozo esa vocación preciosa nuestra de ser de Cristo y de pertenecer al Cielo, a la Jerusalén del Cielo”. “La belleza de la Iglesia es la Corona triunfante de Cristo”, concluyó.
La jornada sacerdotal finalizó con un recorrido por algunos de los lugares de la Abadía, que está en proceso de recuperación. Los sacerdotes pudieron ver los avances en esta restauración, como en el patio de la Estrella y sus reformas en las fachadas, galerías y escaleras. Asimismo, en su recorrido los sacerdotes pudieron ver las mejoras realizadas el año pasado en el coro, a cargo de un equipo de voluntarios, y contemplar las obras en bronce, de gran tamaño y temática religiosa, del escultor Venancio Blanco, entre ellas, un Calvario, una Última Cena, una Piedad o las esculturas de santa Teresa y san Juan de la Cruz.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada

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