Normalmente pensamos que la Semana Santa empieza en el Domingo de Ramos y termina en el Domingo de Resurrección. La Semana Santa –por muy paradójico que parezca- empieza la mañana de Resurrección. Sólo el hecho de que Jesús ha triunfado sobre la muerte, y al triunfar sobre la muerte ha triunfado también sobre el pecado y sobre el significado de nuestra muerte, da sentido a todo lo que sucede en su vida anterior. Da sentido al Domingo de Ramos, a su entrada en Jerusalén, da sentido al Viernes Santo. Sin la mañana de Pascua todos esos días no serían más que un episodio más de los miles, millones de episodios, de la injusticia humana, de la tragedia humana en definitiva cuando no hay un horizonte de vida eterna.

Es la mañana de Pascua la que nos abre a ese horizonte de vida eterna y del significado entero a la vida y a la persona de Jesús. Y curiosamente, y eso es quizás lo más sorprendente de todo, lo que celebramos en la Semana Santa es la dignidad de nuestras vidas. Acoger a Jesús y acoger Su persona, Su vida, Su don, el don de la vida de hijos de Dios que Él nos hace, nos hace posible amar nuestra propia vida. En realidad, toda la Semana Santa es un gran abrazo de Dios a la humanidad miserable, dolida, doliente del hombre, y en ese gran abrazo se descubre el valor de nuestra vida. Lo que hace bella la vida, la experiencia en la tierra es justamente cuando nos sentimos amados y amados de verdad, amados bien, y amados con ese ingrediente de respeto, de afecto, de reconocimiento del misterio grande que somos. Un amor que es para el que estamos hechos. Ese amor es el que Dios nos da. Todos nos sentimos indignos de un amor así, todos sabemos que no lo hemos merecido. Pero todos sabemos que cuando ese Amor lo hemos encontrado, la vida merece la pena ser vivida.

Lo que celebramos en Semana Santa es que a pesar de todas las miserias que vemos cada día en cada telediario, en cada periódico, en cada noticia, a pesar de todo el sufrimiento humano, hay un amor que es más grande y que hace que la vida merezca la pena ser vivida, la mía, la tuya, la de todos.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

2 de abril de 2018
Granada

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