Fecha de publicación: 20 de septiembre de 2019

Recientemente usted ha participado en el curso “Amor humano” para tratar este tema, ¿cuáles son las principales desafíos que afectan actualmente a los cristianos en la vivencia del matrimonio?

Estas situaciones se refieren a las parejas que siendo católicos viven en unión marital sin haberse casado o bien por no querer casarse, porque solo se han casado por lo civil, o bien porque son divorciados que se han vuelto a unir en otra relación. Son personas que se plantean desde estas situaciones cual es su lugar dentro de la Iglesia.

¿Cómo está trabajando la Iglesia en estas situaciones?

La Iglesia ya viene trabajando en los últimos Sínodos de la familia de forma abundante este tema. De hecho el capítulo 8 de “Amoris Laetitia” es donde se tratan estas situaciones. El capítulo se titula: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”. Nos referimos aquí a qué pastoral ha de realizar la Iglesia con estas personas que viven situaciones de unión marital no consagradas por el Sacramento del matrimonio.

¿Cuál es la respuesta que se da actualmente a estos casos?

La respuesta de la Iglesia que ha surgido del Sínodo y que el Papa explicita es que hay que estudiar cada caso en concreto, estudiar la situación para ver como acompañar e integrar en la comunidad cristiana. No hay una respuesta igualitaria para todos los casos. La palabra clave es el discernimiento. No es lo mismo una persona que ha sufrido un abandono por parte del cónyuge que con el paso del tiempo rehízo su vida – por ponerte un caso– y es una persona de fe y vinculada a la comunidad parroquial y quiere acceder a los sacramentos con una situación estable…en base al documento lo que se dice es que a estas personas no se las puede tratar como excomulgados porque nunca lo han estado. Son parte de la Iglesia y hay que buscar la forma de integrarlos en la comunidad cristiana. Luego habrá que ver caso por caso para que esa respuesta les haga sentirse parte e integrados.

¿Cuáles son las raíces de que cada vez en nuestra sociedad haya más casos de uniones maritales fuera del vínculo sacramental del matrimonio?

Las raíces de estas realidades son por una parte antropológicas. Hoy en día hay mucha gente incapaz de tener relaciones duraderas, el matrimonio indisoluble que propone como proyecto de vida la Iglesia siguiendo el Evangelio de Cristo. Para muchas personas esto está fuera de su mentalidad transitoria, de que no hay nada definitivo, en la que todo depende de cómo vayan las cosas, no hay un compromiso de dar la vida por el otro y hacer crecer la relación, es muy fácil en este contexto que se den gran número de rupturas como está sucediendo. Por otra parte, también influye la falta de fe en la sociedad, quien no vive la fe cristiana no siente necesidad ninguna de un sacramento porque no cree en ello.

La vida de un sacramento depende de la fe de los creyentes, y hoy sabemos que hay muchos jóvenes que viven al margen de la fe. Entonces todo este contexto es lo que tiene como consecuencia la sociedad con mentalidad divorcista en la que vivimos o con uniones cada vez más al margen de la fe.

¿Cómo se sienten los cristianos que viven en estas circunstancias a los que usted acompaña?

Hay de todo. Pero lo más común es la tristeza y la frustración. Hay un porcentaje de personas que se acercan al Sacramento bajo su conciencia sin pedir acompañamiento, otras personas con mayor conciencia de esto viven en una situación de tristeza y de culpa. Viven la nueva situación después de la ruptura con un sentimiento de tragedia. Lo que está claro es que no se puede abandonar a nadie en esta situación.

¿Cómo se puede ayudar desde el Evangelio a estos miembros de la Iglesia?

Son necesarios sacerdotes y laicos formadores en la pastoral familiar para acompañar a estas personas que necesitan una orientación. El Evangelio habla del amor de Dios que siempre ama sea cual sea su situación. No hay condenación sino integración. También hay casos en los que la nulidad matrimonial es la vía si el matrimonio es nulo, siempre hay que ver cual es el camino que Dios quiere para estas personas como miembros de la Iglesia, cual es su lugar en esta nueva situación.

¿Qué cuestiones cree que se podrían mejorar en el camino de preparación al matrimonio cristiano?

Lo primero es formar a agentes de pastoral familiar como se esta haciendo con el curso “Amor humano”. También trabajar más en la integración de los jóvenes en el ámbito parroquial con anterioridad a los cursillos prematrimoniales que quizás actualmente tienen una duración escasa y la formación básica. También es cierto que la motivación de las parejas jóvenes para casarse no es sacramental en un buen número de casos, sino más bien social.

A nivel parroquial también los sacerdotes deben formar y concienciar de estas situaciones a sus grupos de matrimonios y formarlos para que puedan acompañar mejor.

María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada