El 25 de abril Belicena se engalanaba para celebrar a uno de sus patronos, San Marcos. El momento más destacado de la jornada festiva en la localidad, junto con la procesión de sus Sagradas Imágenes, fue la Santa Misa que presidió nuestro arzobispo Mons. Javier Martínez en la parroquia de Nuestro Señor de la Misericordia, y concelebrada por su párroco Michele Gandonou y el párroco de Moclín y natural de Belicena D. Francisco Fernández. Entre los fieles, estuvieron también los miembros de la Junta de la Hermandad del Santísimo Sacramento y de las Ánimas, acompañados en este día festivo por distintas autoridades municipales.

Y entre los fieles participantes en la Santa Misa estaba también Fátima, quien, al término de la celebración, expresaba conmovida con ojos vidriosos la alegría de haber participado en la Misa y de haber visto en persona a nuestro arzobispo mostrarse cercano a todo el mundo, así como saludar a quienes se quedaban a las puertas del templo y decidían no entrar. En este sentido, Fátima explicaba que ese gesto le recordaba a Jesús cuando se acercaba a los paganos para llevar a todos la misericordia de Dios. “No había conocido a un obispo tan cercano con la gente como D. Javier”, señaló.

COMUNICAR EL CRISTIANISMO
Precisamente, llevar el Evangelio a todo el mundo fue la proclamación de la Palabra de Dios en la Santa Misa ese día. Un testimonio y una evangelización que no coincide con ser buenos y perfectos, sino con la experiencia de sentirnos amados por Dios, como les recordó nuestro arzobispo durante su homilía. “No damos testimonio de lo bueno que somos nosotros”, sino que “damos testimonio de lo que bueno que es Dios con nosotros, de lo que nos quiere, de cómo nos permite vivir contentos y con esperanza en cualquier circunstancia de la vida”. Y animó a los fieles a no tener miedo porque Dios cumple siempre sus promesas. “Dios es fiel. No tengáis miedo. A lo único que tenemos que tener miedo es cuando la fe se hace débil en nosotros y no resplandece en nosotros la santidad, el amor a Jesucristo”, explicó.

Para ser cristianos –recordaba D. Javier- hay que estar bautizados, pero además para ser cristianos “hay que tener la experiencia de que Dios nos quiere, y nos quiere a cada uno, como somos y con nuestra historia”. “Si tenéis esa experiencia, no penséis que no valéis para comunicarla. El Señor pasa por vosotros. Comunicar el cristianismo, comunicar la Buena Noticia es dejar que ese Amor pase por vosotros y pueda llegar a otros”. “Ser evangelistas es ser portadores de ese Amor”, señaló.

Asimismo, Mons. Martínez invitó a los fieles de Belicena a pedir al Señor de la Misericordia a que cambie nuestro corazón y lo ensanche, para querer a todo el mundo como Dios nos quiere, también a quienes no nos quieren bien o hemos ofendido. “Vivir así es la única esperanza que tiene el mundo de seguir siendo un mundo humano o de poder ser un mundo humano”. Y eso es comunicar el Evangelio.

Mons. Martínez también recordó a la Virgen María y su afirmación “dichosa me llamarán todas las generaciones”; una mujer que procedía de un pequeño lugar y que, tras dos mil años de cristianismo, tiempo en que grandes imperios y regímenes han caído, la seguimos venerando y la Iglesia ha crecido y se ha expandido por todo el mundo. “Dios ama a todos. Por eso, Dios mandó a la cruz a su Hijo con los brazos abiertos, para mostrar que Su amor y Su misericordia no tiene límites”. En este sentido, D. Javier también recordó las palabras del Papa Francisco cuando afirmó que somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón y que Dios no se cansa nunca de perdonarnos: “Tan grande es Su Misericordia”, subrayó D. Javier.

En torno al altar se unieron los fieles y vecinos de Belicena, para dar gracias a Dios, y para celebrar San Marcos, patrón del pueblo junto a San Sebastián. El coro rociero de la localidad entonó los cantos en la celebración litúrgica, y a quienes D. Javier Martínez expresó su agradecimiento porque los alegres cantos rocieros elegidos para la Santa Misa ayudaron a la oración y a tomar conciencia de estar ante la Presencia del Señor.

Asimismo, uno de los momentos más significativos en la Eucaristía fue en la Plegaria Eucarística, cuando en el momento de la consagración del pan y el vino la banda de música de Belicena entonó el himno español. Y antes de las oraciones de los fieles, D. Javier pidió a Dios para que Él haga de cada uno de nosotros los cristianos “una lucecilla en medio de la noche de este mundo que va llevando luz y amor por todas partes”.

Paqui Pallarés