Nació en Falerone dentro de una familia acomodada. En Bolonia había estudiado filosofía y derecho canónico. Era un buen cristiano. Su vida sin embargo, cambió fruto del encuentro con San Francisco de Asís, que predicando en la plaza le dijo: “Tú servirás a Dios en la humilde condición de hermano religioso y te aplicarás sobre todo a la práctica de la humildad”. Fue toda una profecía, pues desde entonces, siguiendo la estela del santo, se entregó como hermano menor de la Orden.

Es por tanto uno de los primeros discípulos de San Francisco, entregándose en los servicios más humildes y sin consentir en llegar a ser ordenado sacerdote. Se negó a sí mismo mirando a Jesucristo. Inspirado por su fundador, predicó entre infieles y fue hasta Tierra Santa para predicar a los musulmanes. En los Santos Lugares se arrodillaba y besaba emocionado el suelo. Aquello hizo despertar la veneración de las gentes, que veían en este fraile un aroma de amor a Jesús.

Regresó a Italia para recalar en una ermita en Marche de Ancona, en donde se escribió la segunda parte de las “Florecillas” de San Francisco. Murió en 1233 y fue beatificado por Pío VII el 31 de Julio de 1821.