Fecha de publicación: 24 de septiembre de 2020

Marcos Criado nació en Andújar y desde muy niño se hizo asiduo a la iglesia conventual de los trinitarios. Tras la muerte de su madre subió en peregrinación al santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en Sierra Morena. Orando por ella se quedó dormido y cuenta la tradición que entonces la Virgen le comunicó que era voluntad divina que entrara en la Orden trinitaria. Curiosa historia, él entró de novicio en el convento de Andújar en 1535 al tiempo que su padre entró en un convento franciscano en Córdoba.

Después de ser destinado a Andújar, Úbeda y Jaén, el ministro provincial de Castilla destinó al beato al convento de Almería en cargo de predicador mayor en una zona con una presencia considerable de población morisca. Marcos Criado se dedicó entonces especialmente a evangelizar en la comarca de las Alpujarras.

Afincado en La Peza, fue apresado por un grupo de moriscos cuando cruzaba la Sierra de los Filabres. Fue apaleado y abandonado atado a un árbol durante dos días. Pidió hablar con Abén Cota, caudillo de los moriscos sublevados, este mandó que le ataran a la cola de un caballo y arrastrándolo durante un largo trecho. El beato se recuperó milagrosamente y siguió en su labor evangelizadora.

En La Peza, tras el famoso levantamiento de los moriscos en las Alpujarras de la Navidad de 1568, asesinaron al párroco y Marcos Criado decidió ocupar su lugar, atendiendo la parroquia. Al año siguiente, fue sorprendido por un grupo de moriscos mientras se encontraba orando al lado de un arroyo. Lo ataron a una encina de nuevo otros dos días cantando himnos y alabando el nombre de Jesús. Decidieron finalmente asesinarle arrancándole el corazón.

Reunidas las pruebas de su culto inmemorial por el padre Antonino de la Asunción, postulador general de los trinitarios descalzos, León XIII lo beatificó el 24 de julio de 1899.