Fecha de publicación: 17 de marzo de 2021

Nació en 1816 en la ciudad de Percy, Francia, como una de las hijas de un matrimonio de granjeros y tejedores. Clave en su vida fue una de sus educadoras, la carmelita terciaria sor María Farcy. Con 11 años quedó huérfana de padre, con lo que eso suponía por entonces de dificultades económicas en casa.

En una de sus peregrinaciones a Chapelle-sur-Vire conoció a las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, una congregación dedicada a la educación de la juventud. Allí terminó ingresando con 25 años como religiosa, siendo rebautizada como sor Marta un año después.

Un día, mientras lavaba la ropa en el río, se resbaló y quedó paralizada de una pierna. La madre superiora, María Magdalena Postel, dijo que eso no sería un impedimento para su vocación y empezó a rezar por ella. El milagro se obró y pronto la hermana pudo seguir adelante con su trabajo, atribuyendo el milagro a su santa fundadora.

Toda su vida se dedicó a las tareas más humildes del convento en un espíritu de obediencia y amor. En tiempos de guerra oraba a su fundadora para que en la abadía no faltase de nada.

Durante un invierno, volvió a accidentarse la pierna dos décadas después. Cosa que le obligó al uso de bastón el resto de su vida. Cuando contaba con 67 años, un domingo de Ramos, se cae al suelo mientas colocaba unas botellas en la cocina. Muere de una congestión cerebral y enterrada en el cementerio de la abadía.

Fue declarada beata por San Juan Pablo II en 1990.