Fecha de publicación: 18 de julio de 2018

Dejamos las responsabilidades cotidianas para disfrutar del ambiente y de los momentos de tiempo libre para estar con la familia, amistades o en solitario. El tema es que si todo esto se enriquece con actividades alternativas, el tiempo se convierte en algo denso porque se descansa de unas tareas y se cambia hacia otros mecanismos, en otros contextos, lugares, quehaceres… y muchos de esos proyectos se hacen al aire libre, en contacto con la naturaleza y ejercitando la ecología practica. Es la riqueza de los campamentos, actividades ecológicas y culturales, excursiones, talleres… servicios sociales, voluntariados, misiones ad gentes o inter gentes. Todo orientado a un crecimiento personal y comunitario, y con posibilidad de acompañar procesos de decrecimiento «para transformar la realidad personal, social y comunitaria… con el objetivo de avanzar hacia la mayoría de edad».

Programar actividades de esta índole y comprometerse en el acompañamiento es el mejor modo de regalar a otros lo que nosotros hemos recibido, para mejorar a los demás y crecer por dentro en todas las dimensiones de la persona… a través del desarrollo de la inteligencia emocional, pastoral y evangelizadora, social y comunitaria… Se favorecen las relaciones interpersonales, la comunicación, se educa en valores y en virtudes, además de aportar momentos divertidos tan necesarios en un mundo demasiado ajetreado –lleno de estrés y de prisas–. Nos cuesta abrir los ojos a la realidad de cada día, porque no descansamos de noche o lo hacemos mal por estar desajustados o «empastillados» que hace que nos bajen las defensas.

Mirad qué hermoso es acompañar a los jóvenes en estos largos meses «sin escuela» para educar de otra manera a la convivencia, a la comunión, a la comunicación, a la fraternidad y a la libertad. Qué gran aporte el poder venir y seguir estos procesos para serenarnos todos, dialogar y conversar sin prisas ni pausas, disfrutando de los pequeños quehaceres con la mejor disposición.

Para nuestros jóvenes es vital que las vacaciones sean tiempo de crecimiento intelectual y moral en las familias, grupos, movimientos, asociaciones, asambleas… en comunidad para ayudarnos en la comunicación más profunda del yo con el tú, y abierto al otro y a los otros.

A los adultos nos toca crear alternativas fiables para que los jóvenes no estén enredados o «wasapeados» y mirando la tele, que no sean internautas ni telespectadores, metidos en su mundo cerrado y egocéntrico… Nos toca a los educadores poner las vacaciones al servicio de los jóvenes, para que todos saquemos lo mejor de nosotros mismos y seamos instrumentos válidos de generosidad y solidaridad, librados también de las noticias que nos inundan todo el año en las redes y emisoras. Lo importante es que todos participemos y aportemos lo mejor de cada uno desarrollando todas las potencialidades físicas, psíquicas, espirituales… con el fin de que toquemos la realidad y confrontemos con otros el proceso que nos toca vivir.

Acampar con jóvenes y hacer actividades alternativas a las que ofrece la sociedad de consumo, es presentar un horizonte esperanzador, acompañando procesos para dejarnos hacer por dentro, dejarnos hacer por el otro, por los otros y por el Gran Dador de todo bien recibido. Se trata de dejarnos transformar compartiendo con las familias, con los amigos, con los grupos, asociaciones… Este es el reto que estamos afrontando estos meses de verano; y ya vamos celebrando las bodas de plata de revitalización juvenil a través de la Asociación de San Francisco de Asís, dedicada al acompañamiento de los jóvenes, desde los valores y virtudes que hemos recibido de la minoridad franciscana.

Severino Calderón Martínez, ofm
Grupo de San Francisco de Granada