Fecha de publicación: 23 de septiembre de 2021

Yo no os voy a decir muchas más cosas, porque ya os he dicho muchas antes de empezar: lo de que Dios era muy chiquitito, ¿verdad?, ¿o que Dios era muy grande? Muy grande. infinitamente más grande que nada que podamos pensar, y más bueno y cariñoso que nada que podamos pensar e imaginar.

Ese Dios grande se ha hecho pequeñito, en Jesús, para poder estar con nosotros. Y luego se ha hecho pan para poder venir a nosotros y acompañarnos. Eso es lo más importante. Lo que los cristianos hacemos es vivir de eso y eso nos permite vivir con esperanza, incluso tener esperanza cuando alguien se pone muy malito o cuando alguien se muere. ¿Algunos de vosotros, con el covid, habéis perdido a vuestro abuelo o abuela alguna vez? Sí, mis abuelos se habían muerto también antes de que yo naciera, menos una.

(…) cuando perdemos a personas queridas (y hay padres que pierden a sus hijos y son pequeñitos los hijos), eso es un dolor muy grande. Pues, cuando tenemos a Jesús, podemos vivir ese dolor. No que se nos quite; no que no nos demos cuenta o que no nos duela, sino que es un dolor que no nos mata, que no nos destruye por dentro, que no nos quema por dentro.

Y en la Misa, todos los que conocemos a Jesús celebramos justamente que Jesús viene a nosotros y viene para estar con nosotros y para ayudarnos a ser más felices cuando somos felices; a querernos más y a sufrir de otra manera cuando nos duele y cuando nos toca sufrir; cuando nos duele la pérdida de un ser querido, o cuando nos duele que estamos malitos, que hemos cogido la gripe o una enfermedad, y el Señor nos ayuda a vivir eso mejor.

Entonces, la Misa es una cosa para mayores, no es para niños pequeños. Pero hay muchas cosas que son para mayores, porque seguro que de las cosas que hemos leído os habéis enterado poquito. A pesar de que la niña que ha leído, ha leído muy bien, y D. Jorge muy bien, y el Salmo también, pero nos hemos enterado poquito, porque son textos para mayores. Pero hay muchas cosas que son para mayores. Comer con cuchillo y tenedor es para mayores también, ¿no? Un poco sí. ¿Y a que los mayores os van dando el cuchillo y tenedor para que los vayáis usando bien? Pues, lo mismo. Aunque no os enteréis de todo en la Misa, la Misa es algo muy grande, porque es el amor que viene a nuestro corazón y que nos preparamos a recibir cuando hacemos la Primera Comunión, aunque Él ya está con nosotros y nos quiere muchísimo.

De las cosas que hemos leído, yo me quedo sólo con una cosa: aquellos que estaban ahí querían ver a Jesús. Vosotros queréis ver a Jesús, ¿no? Os encantaría ver a Jesús. Todos queremos ver a Jesús, porque, si Jesús nos quiere tanto, que es el mejor amigo; que nos quiere más que papá y mamá; que nos quiere más que nadie, todos queremos ver a Jesús y tenerlo cerca. ¿Dónde vemos a Jesús? En las personas que viven de Él. Ese es el primer sitio donde vemos a Jesús. Las personas que quieren a Jesús y que tienen a Jesús dentro ahí está Jesús.

Yo sé que vuestras “seños” quieren a Jesús. Entonces, en vuestras “seños”, seguro, podéis ver a Jesús. En los buenos amigos. Yo tengo muchos buenos amigos, porque, desde hace algunos años, ya soy muy mayor y muy ancianito y tengo buenos amigos desde que era casi de vuestra edad, y en esos amigos veo yo a Jesús, y está Jesús. (…) siempre que un amor permanece, tiene que ver con Jesús y está Jesús ahí. Cuando una amistad permanece y dura, Jesús está ahí, siempre. Y luego, Jesús está en el Bautismo. Jesús está en la Misa que viene a los que han enseñado la Primera Comunión. Jesús está en D. Jorge, que, desde que Jesús vino y dejó a los apóstoles, y así de generación en generación, a través de los obispos, hacen las cosas que hacía Jesús: perdonar los pecados, ayudar a los enfermos a vivir mejor su enfermedad, bendecir y acompañar a los que mueren, bendecir a los que se casan para que el Señor esté en ese amor de marido y mujer, y que se quieran bien. Que no os creáis que no es fácil quererse bien entre marido y mujer, y hace falta el Señor para quererse bien. Pues, D. Jorge es instrumento de hacer a Jesús presente en todas esas cosas, y yo también. Hoy vengo para deciros eso.

Pero no os preocupéis de que no entendáis cosas. Hay cosas que hay que escucharlas, que van quedando ahí y ya las entenderemos cuando seamos mayores. La Misa es para personas mayores, pero el amor no: el amor es para todos. ¿A que todos tenemos necesidad de amor? Y de un amor muy grande. ¿O nos basta con un amor pequeñito? Lo queremos siempre grande, mucho más grande. ¡Pues, ese es el amor de Jesús!

Queremos ver a Jesús y Jesús está en las personas de fe, está en los santos y los tenemos muy cerquita. Hay personas santas. Y está en los Sacramentos. Está en las “seños”. Está en vuestros padres, el cariño que está en vuestros padres, aunque ellos no hablen de Dios. Y aunque parezca que ni piensan en Dios ni nada, el cariño que ellos se tienen, que ellos os tienen a vosotros, viene de Dios. Es como si fuera un trocito de Dios. Todo cariño verdadero es un trocito de Dios. Dios no tiene trocitos, pero la mejor manera de decirlo es que es como un trocito de Dios.

Pues vamos a seguir. Rezamos por nuestra familia, por nuestros amigos, por todo el mundo.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

23 de septiembre de 2021
La Caleta (Salobreña)

Palabras finales

Habéis visto que yo, cuando rezo, rezo así. Y algunos de vosotros habéis hecho lo mismo. ¿Y sabéis por qué lo hago así? Porque Jesús tiene los brazos abiertos en la cruz y yo quiero que, cuando Dios Padre escuche lo que yo pido en nombre vuestro, que no me vea a mí, sino que vea a Jesús en la cruz. Y que no me escuche a mí, que soy un pobre hombre y muy pequeñito, y muy pobrecito, igual que nosotros, pero que ve a su Hijo. Pero hemos dicho por eso que por Él, con Él y en Él, toda Gloria para Dios.

Por eso, yo abro las manos así para que el Padre vea en mí a Jesús. Y también vosotros lo podéis hacer en casa, o también alguna vez rezando juntos. Pero es como si nos escondiéramos detrás de Jesús. Os doy la bendición.