Fecha de publicación: 24 de marzo de 2016

Siempre recordaré una escena de una película del año 2007 o 2008, “Las Horas”, en la que una de las protagonistas, una mujer que había abandonado a su familia y que acababa de perder a su hijo porque se había suicidado, se hace la siguiente pregunta: ¿De qué sirve arrepentirse cuando es lo único que uno puede hacer? Además, si hubiera alguien que perdonara, pero como no lo hay”.

Dios mío, ser cristiano es poder afirmar que el perdón existe. Todos tenemos necesidad de él, de una manera o de otra. Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, todos nos damos cuenta de que hemos hecho cosas que no debíamos, que nos hemos equivocado, en relaciones, en tratar mal incluso a las personas que más queremos. Somos cristianos porque podemos afirmar que hay un perdón; que hay un perdón para cada uno de nosotros, para todos los hombres; que hay un perdón que es capaz de abrazar nuestra miseria, y que hay un perdón capaz de curar las heridas más profundas del corazón.

En gratitud por ese perdón, Señor, esta noche te ofrecemos este Padrenuestro.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Jueves Santo, 24 de marzo de 2016
Plaza de las Pasiegas