Fecha de publicación: 2 de abril de 2015

San Juan Pablo II comenzaba su primera Encíclica como Papa diciendo “Jesucristo, el centro del cosmos y de la historia, es el único Redentor del hombre”. Con esa frase se hacía eco de algo que decían ya los Hechos de los Apóstoles: no se nos ha dado a los hombres bajo el cielo ningún otro nombre por el que podamos ser salvos. Y eso es lo que decimos en el fondo cuando confesamos a Jesús como Señor.

A Ti, Señor, que has conquistado nuestras vidas y las has liberado del poder del mal y del poder del enemigo; a Ti, Señor, que nos has conquistado con tu amor, te confiamos esas vidas nuestras. Pobres, a veces perdidos, confusos, perplejos, nos acogemos a tu Misericordia y al abrazo de tu amor.

Padrenuestro
Que estás en el Cielo
Santificado sea tu Nombre
Venga a nosotros tu Reina
Hágase tu Voluntad
En la tierra como en el Cielo
Danos hoy nuestro pan de cada día
Perdona nuestras ofensas
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal.
Amén.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

2 de abril de 2015
Plaza de las Pasiegas