Fecha de publicación: 22 de marzo de 2016

Cuanto más humana es una sociedad, más se basa en la confianza mutua, más se parece a la vida de una familia, donde todos entramos en un comercio, subimos en un autobús o en un tren, y pensamos, con razón, que quien hace su trabajo y su servicio lo hace lo mejor posible. El odio siempre tiende a deshumanizarnos y el odio nace muchas veces de la búsqueda de poder, de la búsqueda de afirmar un poder que es capaz de dominar una sociedad.

Dios mío, enséñanos esa libertad para dar nuestra vida, esa libertad para amar, que nace de no amar el poder por encima de todo, de usar el poder sólo para servir, de querer construir un mundo de hermanos, de amigos, pese a todas las dificultades y pese a todas las evidencias del poder con que el mal cuenta. Te lo pedimos esta noche con toda nuestra alma, para todos los que estamos aquí, para todos los que estamos cerca, los que vivimos esta noche de Martes Santo, en un día especialmente doloroso y triste.

Señor, enséñanos tu humildad y tu amor, motivo de esa humildad.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Martes Santo, 22 de marzo de 2016
Plaza de las Pasiegas