Granada ha vivido con fe las celebraciones de esta Semana Santa.
Durante estos días, los granadinos y visitantes procedentes de otros lugares han podido contemplar las expresiones públicas de nuestra fe cristiana, a través de las procesiones, que se han sucedido a lo largo de toda la semana, y que han recorrido las vías públicas cuando la lluvia no ha hecho acto de presencia.
Sin duda, las procesiones han sido momentos elocuentes y de testimonio público de una fe que, en ocasiones, quiere reducirse a una esfera privada, a la intimidad, o al círculo de las “creencias” y “opiniones” particulares. Con ellas, hemos sido testigos de auténticas catequesis de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, acompañado por nuestra Madre María.
El pueblo cristiano, y aquellos que buscan a Dios en lo más hondo de su corazón, muchas veces sin saberlo, ha participado de unos días que no son un mero recuerdo, sino actualidad viva desde hace más de 2.000 años, porque lo que ha acontecido estos días de Semana Santa tiene que ver con nuestra propia vida en su devenir y en lo que nuestro corazón anhela.
Las procesiones no son un folclore, ni una estampa costumbrista, ni un entretenimiento vinculado a un espectáculo para trasladar una “opinión” o una “creencia”, sino los hechos acontecidos en un tiempo y un lugar concretos de la Historia, con los que hacemos memoria y están vinculados a nuestra propia vida, hoy, cada día.
Paqui Pallarés
Directora del Secretariado de Medios de Comunicación
Arzobispado de Granada