Fecha de publicación: 9 de octubre de 2020

Nació en Fuenllana, Ciudad Real, en el año 1486. La educación recibida de sus padres y su paso como alumno por el convento franciscano de Villanueva de los Infantes, marcaron en su alma una particular sensibilidad por los pobres que le valieron su apodo de “Limosnero de Dios” y “Arzobispo de los pobres”.

Su vida quedó marcada también por sus estudios en la famosa Universidad de Alcalá de Henares y después, en la de Salamanca. De ahí entro a la orden agustina, profesando sus votos en la ciudad salmantina en 1517.

Siendo un hombre de gran oración, con arrebatos místicos durante las Eucaristías, también se volcó como sacerdote religioso era la vida de las comunidades y en la observancia responsable de las normas. Estuvo detrás del envío de muchos misioneros agustinos al Nuevo Mundo. Su creciente fama de doctor santo y predicar, le llevó a ser confesor y predicador real con Carlos V.

De ahí fue nombrado Arzobispo de Valencia, que por entonces llevaba más de un siglo sin que su prelado residiese allí. El “divino Tomás” cogió la diócesis valenciana y se volcó en conocerla de cerca, visitando todas sus parroquias. Se dice que se adelantó al espíritu de Trento, pues fundó allí en 1550 el Colegio-seminario de la Presentación para atender la formación de clero. Fue atento con los pobres y también se ocupó de la ardua evangelización morisca del levante.

Murió en 1555 de una angina de pecho. Fue declarado beato ya en 1618 por Pablo V y proclamado santo por Alejandro VII el 1 de noviembre de 1688.