Fecha de publicación: 18 de septiembre de 2021

Ricarda de Souabe nació hacia el año 840, posiblemente en Kintzheim. Era hija del conde de Norgau, que pertenecía a la región de Alsacia.

Se casó con uno de los biznietos del emperador Carlomagno, Carlos “el gordo”, con ánimo de continuar el asentamiento del imperio carolingio cuando éste se veía sometido a la presión de las invasiones normandas. Fueron coronados juntos en Roma por el Papa Juan VIII en el año 881.

El matrimonio no tuvo hijos. Tanto Ricarda como Carlos, según se indica en 887, fueron acusados de adulterio, para buscar la disolución de su matrimonio, dentro del entorno de rivalidades políticas de la Corte, que estaba especialmente afectado por una gran descomposición interna. Los normandos ya habían sobrepasado sus piraterías por el mar, yendo hasta las ciudades. A ello se sumaban las incursiones sarracenas y las cabalgatas húngaras.

En este clima de sospecha y división, parece que su marido sufrió varios ataques de locura. No protege a su mujer de las acusaciones de infidelidad vertidas contra ella. Llega a argumentar que su matrimonio nunca se había consumado. Fue sometida a un juicio religioso que consistía en llevar al acusado a una prueba dolorosa cuyo desenlace debería de ser evitado por Dios mismo, que la salvaría milagrosamente de su inocencia.

Fue llevada a caminar sobre brasas ardientes, metida a la prueba del fuego, y la mano de Dios parece que le evitó el dolor, demostrando con un patente milagro su inocencia. La Reina perdonó a su marido, pero abdicó su corona y se retiró a la abadía de Andlau, en el bajo Rin. Una abadía en que ella misma había fundado años antes. Allí vivió como una religiosa más hasta su muerte, que se produjo en el año 894.

Fue a mediados del siglo XI cuando Papa León IX la canonizó y dispuso el traslado de sus reliquias al presbiterio mayor de la abadía. La popularidad de la santa hizo de la abadía un lugar de peregrinaje. Debido a que fue construida por orden regio, los monarcas protegieron esta casa con privilegios y donaciones, ayudando a que se convirtiese en un centro muy influyente de la cristiandad medieval.