Santa Laura provenía una familia noble. Se casó con un importante funcionario del Emirato.

Su marido falleció y ella ingresó al Monasterio de Santa María de Cuteclara, con dos comunidades diferenciadas por sexo de la cual llegó a ser abadesa.

Se convirtió en santa tras proclamar en público su fe fue condenada a una dolorosa muerte azotada y quemada en una plaza por el Emir Mohamed I, pues Córdoba estaba invadida por los musulmanes en Al-Andalus.

Pudo haberse salvado tras varios días de tortura con varas, pero no consintió renegar del cristianismo y terminó sumergida en un caldero de plomo hirviendo. Se cuenta que en plena agonía, seguía cantando.

Su muerte tuvo lugar el 19 de octubre del año 864. Fue decapitada después.