Fecha de publicación: 23 de julio de 2021

Brígida Birgersdotter nació en Skederid, en la provincia sueca de Uppland, siendo hija del gobernador local. Su familia aristocrática, de amplia cultura, inculcó a Brígida una fuerte religiosidad, siendo ésta precoz en el habla y en la devoción.

Con siete años tuvo su primera visión. Pero a pesar de sentir la religión con intensidad, aceptó el destino que sus padres le tenían preparado, casándose con 14 años con Ulf Gudmarsson, cuatro años mayor que ella. La piedad de su marido hizo que ambos llevaran una intensa vida espiritual además de cumplir con los designios del matrimonio.

Ulf era gobernador de Nericia. Brígida ejerció de señora feudal de las tierras de su marido y se dedicó a la crianza de sus ocho hijos. En aquel entonces reinaba en Suecia el joven monarca Magnus II, casado con Blanca de Namur, de la que Brígida fue nombrada dama de honor. Brígida no tuvo ningún inconveniente en criticar las tendencias autoritarias de Magnus, así como los vicios de los esposos reales. A pesar de que el rey y la reina hicieron poco caso de los consejos de Brígida, escucharon con respeto sus palabras.

Brígida y Ulf fueron una pareja profundamente religiosa que dedicaba parte de su vida a la oración. La pareja realizó varios viajes de peregrinaje, uno de los más importantes a Santiago de Compostela. Fue el año 1338 cuando emprendieron camino hacia el sur y tuvieron ocasión de ver las calamidades y problemas que la guerra de los Cien Años estaba acarreando a la población. En dicho viaje también fueron testigos de la fastuosa y poco piadosa corte de Aviñón en la que el Papa Clemente VI se había instalado huyendo de Roma.

“Cuando enterré a mi marido, enterré con él a mi amor carnal”, dijo Brígida tras la muerte de su marido en 1344. Entonces decidió, cuando tenía unos 40 años, repartir sus bienes entre sus hijos y los más necesitados, quedándose lo indispensable para vivir. Con todo ello decidió retirase del mundo y entregarse a la penitencia y la vida contemplativa.

Brígida tuvo visiones desde muy pequeña pero fue en este periodo cuando aumentaron en número, hasta el punto de hacer temer que dichas visiones no fueran provocadas por el demonio y por su propia locura.

Aquí alguna de ellas, en las que Jesús se dirige como el Esposo: “Aunque Yo te amo de todo corazón, nunca actúo contra la justicia, ni aún en un solo detalle. Igual que tú has pecado en todos tus miembros corporales, también debes reparar en cada miembro. Sin embargo, debido a tu buena voluntad y a tu propósito de enmienda, Yo conmuto tu sentencia por una de misericordia y remito el duro suplicio a cambio de una módica enmienda. Por esta razón, ¡abraza de buena gana tus pequeñas cargas para que puedas quedar limpia y conseguir cuanto antes tu gran premio! Es bueno que la esposa se canse y comparta las fatigas del Esposo, de forma que descanse así más confiadamente con Él”. 

Brígida empezó una vida dedicada a los demás en múltiples facetas. En Vadstena fundó una orden que hoy día sigue vigente, la Orden del Santísimo Salvador. Brígida siguió la estructura organizativa de la francesa abadía de Fontevrault, donde vivían religiosas y sacerdotes, diáconos y legos, todos ellos dirigidos por una madre abadesa.

Una de las razones por las cuales es la patrona de Europa es por su forma de dirigirse al Papa de Aviñón, escribiéndole una dura carta en la que le instaba a que mediara en el litigio entre Francia e Inglaterra a la vez que le pedía que dejara la suntuosa y lujosa corte en la que se había instalado para retornar a Roma.

En 1349 Brígida decidió viajar a Roma esperando que el Papa volviera pronto a su sede original. Instalada en la Ciudad Santa, se dedicó a obras de caridad y ayudar a los peregrinos. Brígida continuó con su crítica valiente a aquellos sectores de la Iglesia que se alejaban de la humildad original.

Con casi 70 años, en 1371, otra visión la animó a peregrinar a los Santos Lugares. En su último viaje, Brígida continuó amonestando y criticando a reyes y nobles corruptos que no seguían las órdenes divinas.

Tras dos años volvió a Roma, en donde Brígida cayó gravemente enferma. Murió en 1373. Su hija Catalina ayudó a llevar sus restos a Vadstena, su convento. Fue canonizada en el año 1391 y nombrada también patrona de Suecia.