Su historia tiene lagunas biográficas, pero sabemos esencialmente que era una cristiana bautizada y educada en la fe desde pequeña por sus padres.

Ya era más entrada en edad cuando sucedió que, en la ciudad alejandrina, un profeta lanzaba malos augurios y echaba la culpa de ellos a los cristianos. Formó tal revuelo que empezó a desencadenarse una espiral de violencia contra los cristianos.

Apolonia era una diaconisa de la época, que había entregado su virginidad a Jesucristo. Era conocida por su caridad y su vida de oración. La multitud incontrolada la tomó, obligándola a blasfemar contra el nombre de Jesús. No dice nada y entonces deciden destrozarle los dientes.

Cuando la llevan fuera de la ciudad y siguen forzándola a apostatar, ella pide un tiempo de reflexión. Entonces empieza a orar intensamente y dice que la vida sin Dios nada vale, asombrando por unos segundos a sus perseguidores y verdugos. Acaba siendo pasto de las llamas. Sus dientes acabarán siendo reliquias de la cristiandad.