Fecha de publicación: 3 de abril de 2021

Nació en el siglo XII en el seno de una familia campesina, en donde aprendió a criarse desde la pobreza. Estudió en Oxford junto a los padres franciscanos y dominicos. Penando por su falta de recursos, logra graduarse en Artes. Estudia en Bolonia derecho canónico y es nombrado Canciller de la Universidad y del arzobispado de Canterbury y Lincoln.

Su historia como obispo estará marcada por sus enfrentamientos contra el rey Enrique III, que no quiere el nombramiento de Ricardo. Interviene el papa Inocencio IV confirmando su sede y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245.

Estamos en un momento en el que la Casa de Hohenstaufen está en declive y los papas se han inclinado hacia Francia. En esta rivalidad entre Inglaterra y Francia se producen reacciones contra Roma. El rey Enrique III hace que le cierren las puertas del palacio episcopal a Ricardo, negándole cobijo y el debido sustento.

San Ricardo empieza a hacer de obispo-misionero por su diócesis, mendigando, viajando a pie y desprovisto de servicio. Algo curioso cuando entonces los obispos eran “lores” y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. Condena los abusos de poder y los vicios de la época. Carga especialmente contra la arbitrariedad y el abuso de poder temporal.

Así transcurrieron ocho años de su vida. En estos años fue capaz de sacar adelante las Constituciones, marcando una praxis pastoral distinta. Murió en la casa-asilo -“Mas-Dieu”- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.