Fecha de publicación: 9 de octubre de 2021

Hijo de una familia de notarios, Luis Bertrán ingresó en los dominicos en el convento de Predicadores de su ciudad natal, Valencia, el 27 de agosto de 1545. Concluidos los estudios institucionales, fue ordenado sacerdote en 1547.

Santo Domingo de Guzmán fue el ideal de vida para San Luis Bertrán. El espíritu misionero se impone en su vida y comienza una nueva etapa y una nueva aventura. Tiene 36 años. El 14 de febrero de 1562 parte rumbo al Nueva Granada, la actual Colombia. A lo largo de 7 años es un misionero infatigable que cautiva con el ejemplo de su vida: en más de una ocasión, con peligros y pese a su quebradiza salud, su entrega, penalidades y tribulaciones.

El campo de su actividad misionera hay que situarlo en tierra adentro de Cartagena de Indias, centrado en Tubará, y en la zona montañosa de Santa Marta. Ante la imposibilidad de frenar los abusos de los encomenderos españoles que impedían la evangelización, después de consultar para tranquilidad de conciencia con el obispo dominico Bartolomé de las Casas, optó por regresar a España. Era el año 1569. El año siguiente fue elegido prior del convento de San Onofre, en el término de Museros cercano a Valencia, y, al concluir el trienio, le encargaron de nuevo la formación de los novicios, cargo en el que estuvo hasta el 15 de mayo de 1575 en que fue elegido prior del convento de Predicadores de Valencia. Concluido el tiempo de mandato desempeñó aún, por última vez, el cargo de maestro de novicios.

Fue Luis Bertrán fraile penitente en grado sumo y con gran tendencia hacia la vida contemplativa, que hacía plenamente compatible con una intensa actividad externa. Su plena dedicación al estudio, oración y predicación, permiten catalogarlo como una personificación del ideal de la Orden en su época. A pesar de alguna sequedad externa, a causa de cierta sordera y miopía que le aquejaron durante gran parte de su vida, alcanzó una gran popularidad entre gentes de todas las clases sociales. En cuanto prior hay que considerarlo como ejemplo e impulsor de la estricta observancia, consiguiendo días de esplendor religioso en los conventos de cuyos prioratos tuvo que hacerse cargo.

Después de larga y penosa enfermedad murió en Valencia el 9 de octubre de 1581. Amigo del patriarca san Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, fue creador de una escuela de espiritualidad en cuanto que su influjo no se limitó a sus escritos sino también a su magisterio oral. Excepcional formador de religiosos, forjó una estela de discípulos que hicieron una auténtica escuela de espiritualidad que dejaron huella en la vida de su tiempo en religiosos, laicos, etc.